Las autoridades chilenas declararon ayer alerta roja para las ciudades de Viña del Mar y Valparaíso a causa de un incendio forestal que ya ha consumido una superficie de 250 hectáreas de pastizal y matorrales, según consignó la agencia EFE.
El intendente de Valparaíso, Gabriel Aldoney, anunció ayer la suspensión de las clases para hoy mismo en Viña del Mar como medida para facilitar el acceso de los vehículos de emergencia a las zonas afectadas.
El siniestro, que comenzó este domingo en Valparaíso, avanzó en dirección a la ciudad de Viña del Mar y llegó incluso a las localidades costeras de Algarrobo y El Quisco. ‘La totalidad del Cuerpo de Bomberos de Viña del Mar está con su grupo forestal, lo mismo que el de Valparaíso. Siete unidades de brigadas de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), cuatro aviones, cuatro helicópteros y hay dos más en camino. Tenemos camiones aljibes‘, dijo el director regional de la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi), Guillermo de la Maza.
El nivel de alerta declarado es por la cercanía del fuego con las zonas pobladas.
Las autoridades anoche estaban evaluando la posibilidad de evacuar algunas de las personas que viven en campamentos que puedan ser afectados por el humo.
A causa del siniestro, la autoridad informó que se produjo un corte masivo de energía eléctrica que afecta a 284.000 clientes de diversos sectores de los municipios de Valparaíso, Cartagena, Viña del Mar, Quilpué, Algarrobo, El Quisco, El Tabo y Casablanca.
El servicio se reestablecerá una vez haya disminuido el humo, aseguraron representantes de la empresa eléctrica. Al cierre de esta edición el problema persistía en la mayoría de los lugares afectados, según informaban los medios de comunicación del país vecino.
ANTECEDENTE DOLOROSO
A fines de enero pasado se vivió una de las situaciones de incendio forestal más terrible que se recuerde en Chile.
Más de mil casas del pueblo rural de Santa Olga, en la región de Maule, a 360 km al sur de Santiago, habían sido consumidas por el incendio.
Un pueblo fantasma, convertido en cenizas y en medio del humo irrespirable y un calor penetrante, recibía ayer a brigadistas, bomberos, policías, voluntarios y a los propios lugareños que volvían después de haber logrado autoevacuarse.
Pero la pesadilla recién empezaba. No quedó nada, lo perdieron todo. Algunos, vencidos, se sentaban a mirar las ruinas en absoluto silencio, otros se abrazaban con sus familiares y lloraban. Los cerca de seis mil pobladores lograron evacuarse antes de que las llamas llegaran.