A fines de la semana pasada se conoció la idea de reducir implícitamente los aportes nacionales al INTA.
El proyecto de presupuesto 2018 ingresado a la Cámara de Diputados prevé para el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) un presupuesto un 7% superior al del corriente año que fue de unos $5.100 millones aproximadamente.

Así como no figuran las obras sobre rutas sanjuaninas, el ajuste vuelve golpear a un ente estratégico del país y la política de estado nacional que en el presente año ya soportó una reducción sobre lo requerido de $1.140 millones destinados a fines operativos que afectan el funcionamiento y el cumplimiento de los compromisos institucionales.

Reducir los recursos humanos en el INTA significa menor presencia en el territorio. Productores y familias en las economías regionales con una asistencia técnica reducida.

Proyectos de investigación demorados o postergados, con riesgo de pérdida de inversiones realizadas durante años. Menores compromisos con empresas para el desarrollo de productos de alta tecnología por no poder cumplir con los acuerdos. Menor mantenimiento de edificios y equipamiento de alta tecnología.

La inmovilización del sistema de extensión institucional y la asistencia técnica a los productores. Imposibilidad de cumplimiento de acuerdos nacionales e internacionales en proyectos de importancia como cambio climático, biotecnología, sanidad animal y terapéutica vegetal.

En síntesis, el INTA, pensado y concretado entre otras personalidades del país como el recordado presidente Arturo Frondizi, es una de las políticas estratégicas, fruto del pensamiento sistémico de los estadistas, que debe preservarse si busca una Argentina con futuro.