
Al padre Roberto. 1. Hace un mes (4 de enero) el Señor ha llamado al Padre Roberto Casasola a vivir para siempre en su Casa. Todos quedamos desconcertados al recibir esta triste noticia y nuestro corazón se llenó de preguntas: ¿oh, qué lástima? ¿cómo ha sido? ¿habría estado enfermo? ¿habría estado pasando por un momento de preocupación?… qué lástima, un sacerdote todavía joven con un mundo de desafíos por delante trabajando para el Reino de Dios. Todas estas preguntas se diluyen en el horizonte de lo inexplicable y se sumergen en el misterio. 2. Es bueno decir y poner de manifiesto las personas que han hecho el bien en el paso por este mundo. Hay muchas personas que ayudan, que piensan cómo hacer el bien y ejecutarlo, que viven de manera sencilla y sobria, y no son motivo de noticia. Es que para los criterios de este mundo banal y hueco las personas buenas, que ayudaron a la sociedad, no tienen mucha cabida. Las personas buenas no pagan para que se hable bien de él ni de sus obras, sino que hablan por sí mismos. 3. El padre Roberto fue un gran sacerdote de San Juan que merece el mayor de los respetos y el reconocimiento, tanto de las personas del pueblo de Dios como de aquellos que saben valorar lo bueno de los otros. No puede pasar así nomás su partida. Un sacerdote éticamente correcto, serio en sus convicciones humanas, cristianas y sacerdotales, defensor de lo que corresponde, peleador de la verdad, denunciante de los malos procederes, excelente administrador de los bienes de la Iglesia, de espíritu alegre y con gran amor a la Iglesia. Fue un hombre que abrió surcos en la Iglesia de san Juan. Armó y puso en funcionamiento la inmensa comunidad de la parroquia de Santa Teresita y su Colegio. Fue durante diez años rector del Seminario de San Juan formando a los seminaristas de nuestra diócesis. Y, en sus últimos años, trabajando en la comunidad Andacollo de Chimbas. 4. El padre Roberto intentó vivir como un buen pastor, dando lo mejor como humano y cristiano (Jn 10). Ahora el Señor lo llamó a "habitar en la casa del Señor todos los días de su vida" (Salmo 22). Gracias Señor por haber conocido al padre Roberto y haber compartido estos años.
