El caso de coronavirus número 20 de San Juan ahora tiene cara. Como pasó con algunos otros, Nicolás Giménez (42) decidió salir del anonimato y contar en una nota exclusiva con este diario todos los detalles de su contagio, con el objetivo puesto principalmente en llevar tranquilidad a su Caucete natal, donde en los últimos días circularon versiones que lo pusieron en el centro de los escraches.

SU CONTAGIO
Nicolás es camionero. Trabaja para una empresa de Santiago del Estero, de donde salió el viernes 24 de este mes rumbo a Mendoza. En el camión casi siempre transporta cargas con verduras, pero esta vez le encargaron un viaje con telas (fardos de fibrina), dijo.

Contó que hacía más de 40 días que no veía a su familia y que lo tentó la cercanía del destino para visitar de pasada a su mujer y a sus hijos. "No quería venir pero no tenía síntomas, no tenía nada, y vine. Qué más quiero yo que mis familiares estén bien", señaló.

En la noche de ese mismo viernes llegó al control de Bermejo, donde exhibió el resultado de un test rápido que le habían hecho 8 días antes en Jujuy. "Pero me dijeron que como hacía mucho que no venía a San Juan, me tenían que hacer directamente el hisopado, pero aparentemente lo hicieron mal, no recaudaron las suficientes pruebas", explicó el camionero.

Según su relato, le permitieron seguir camino hasta su casa, ubicada en un barrio cercano al centro caucetero. "Me dijeron que tenía que esperar ahí el resultado, que cualquier cosa me iban a llamar. Estuve el sábado con mi familia haciendo lo rutinario y a la tarde me llamaron para decirme que había salido mal el test y que tenía que volvérmelo a hacer. La doctora Jofré (Mónica) me explicó que había salido mal y que habían muchas chances de ser positivo, que me tenía que volver a hacer el test y yo seguir aislado en mi casa sin tener contacto con gente".

Nicolas fue citado a las 9 del domingo en el Hospital César Aguilar de Caucete, donde lo volvieron a hisopar. Dice que fue en auto particular desde su casa al hospital y del hospital a su casa. A las 14.30 de ese día recibió un nuevo llamado de la jefa de Epidemiología del Ministerio de Salud, que le informaba que se trataba del caso número 20 de coronavirus en San Juan.

QUÉ PASÓ EN CAUCETE 
El camionero contó que llegó ese viernes por la noche a su casa. Además de su esposa Marcela y de sus dos hijos más chicos que viven con él, estaba en la vivienda su nieta. Al día siguiente su sumó a sus contactos estrechos Wilson, su hijo más grande, que pasó por la casa a saludarlo.

"Cuando la doctora (Jofré) me llama el sábado estaba haciendo el fuego para el asado, para comer sólo con mi familia. Me dio la mala noticia y me fui al fondo a llorar, a patear. Me culpaba injustamente porque si yo hubiese sabido que tenía el virus ni me acerco a mi casa. Mis hijos trataban de calmarme, me decían que a cualquiera le puede pasar. Mi señora directamente apagó el fuego e hicimos unas costeletas", aseguró. 

Nicolás Giménez en uno de sus viajes

Esa noche en la casa hubo silencio y soledad. Por eso Nicolás se llena de impotencia cada vez que le llega o se entera que circula alguna cadena por WhatsApp. En los últimos días se viralizaron mensajes que decían que se había juntado con un grupo de amigos a comer un asado. Él lo desmiente.

Sí admite que comió un asado el domingo al mediodía, pero en su casa y con su familia (sólo los 4 que viven en la casa), para sacarse la amargura del día anterior.

Y también reconoce que tuvo un mínimo contacto con otras dos personas que no son familiares. Una de ellas es un conocido personaje que atiende la verdulería de un supermercado ubicado sobre la Diagonal Sarmiento. "Saludé de pasada al ‘Grillo’ y a otro muchacho conocido mío. Fue de pasada cuando fui el domingo al hospital. Así de lejos nomás", afirmó. Esas dos personas no entraron en el grupo de contactos estrechos, pero por precaución les hicieron los tests rápidos y dieron negativo.

Sí formaron parte de ese grupo sus familiares directos porque "lógicamente he estado con ellos, sin barbijo, compartiendo, comiendo". Se trata de 7 personas que, al igual que él, se encuentran aisladas en un hotel. La buena noticia es que a todos los hisoparon y no portan el virus.

SÍNTOMAS Y EL HOTEL
"Sólo estoy un poco congestionado pero es porque esa noche en Bermejo pasé muchísimo frío. El lunes pasado me desperté en el hotel con flemas y algo congestionado, pero hoy (por ayer) ya estoy mucho mejor", dijo el camionero. Y explicó que nunca tuvo fiebre, que tiene olfato, gusto y apetito.

A Nicolás el aislamiento casi que no le pesa. Dice que es porque está acostumbrado a los viajes en soledad. "Desde que ando en el camión para mí es común estar solo, comer solo, hacer solo todo lo que estoy haciendo ahora en el hotel", sostuvo el hombre, que supone que se contagió en alguna de las provincias del Norte argentino por las que anduvo la semana pasada.

Y agregó que "no tengo contacto con nadie. A la hora de la comida me tocan la puerta y me dejan las cosas. Desde que he llegado no he tenido contacto con nadie".

PERDÓN A LOS ESCRACHES
Nicolás dijo que perdona a todos aquellos que lo escracharon en las redes. "Los comprendo y los perdono. Estamos en una situación en la que todos tenemos miedo y es entendible que se hablen cosas. Yo no sabía que estaba enfermo, menos voy a querer enfermar a mi familia ni a nadie. No ha sido culpa mía ni nada con intención. La gente ha hablado por miedo, pero todo se lo dejo a Dios. Yo sé bien cómo he actuado".

Por otro lado, se refirió al drama que viven los camioneros a lo largo y ancho del país. "Desde que salió la enfermedad estamos siempre propensos a contagiarnos. Pero estamos trabajando, vamos y venimos, y si no trabajamos el país se queda sin alimentos, sin medicamentos. Somos mal mirados, nos juzgan injustamente. Pero por suerte son los menos los que hablan sin tener noción de lo que están diciendo", sostuvo. 

Nicolás pasó días sin atreverse a entrar a Facebook y con temor a lo que le llegaba por WhatsApp. Reconoce que la pasó mal, sobretodo cuando recibía insultos. Incluso tuvo que recibir apoyo psicológico de un equipo de la Cruz Roja. "Me dieron charlas de ánimo para desenchufarme de las cosas malas que se estaban hablando. Uno no se puede poner a la altura de las personas que han hablado cosas y que no entienden nada de lo que uno sufre en la calle, que no te dejan bajar a comprar comida, que nos discriminan. Estamos cansados de la arrogancia de la gente", concluyó.