A fines de junio de  1997, los restos de Ernesto Che Guevara fueron encontrados, junto a seis de sus hombres, en una fosa común en Bolivia, tras casi 30 años de pesquisas y especulaciones. Durante todo ese tiempo el gobierno cubano había tratado de hallarlo, sin resultado alguno. 

Todo había sido un misterio acerca del destino del cadáver del Che, fusilado el 9 de octubre de 1967, en una escuela de La Higuera, un día después de haber sido detenido por miembros del ejército boliviano, en colaboración con la CIA.

Una de las versiones indicaba que sus restos habían sido incinerados y las cenizas lanzadas desde un avión. También se dijo que durante  la madrugada del 11 de octubre de 1967, militares bolivianos intentaron incinerar el cuerpo, pero que desistieron por falta de medios y por temor a ser descubiertos, ante lo cual cavaron una zanja y lo enterraron junto a otros guerrilleros. Con el correr de los años nunca se supo con precisión dónde estaba el cadáver, lo que dio origen a un sinnúmero de teorías. 

Finalmente el 21 de noviembre de 1995 el general retirado del ejército boliviano Mario Vargas Salinas declaró ante la prensa que el Che había sido sepultado bajo la pista de aterrizaje del antiguo aeropuerto de Vallegrande. Estas declaraciones causaron un gran revuelo internacional y a causa de esto el presidente boliviano, Gonzalo Sánchez de Lozada, firmó un decreto mediante el cual autorizaba a iniciar la búsqueda dentro de su país. 

Fue así que el 1 de diciembre de 1995 llegó a Vallegrande un grupo mixto de antropología forense formado por argentinos y cubanos,  geofísicos cubanos y técnicos italianos. Estos se dedicaron a peinar la zona. Las áreas investigadas abarcaron la pista y distintos terrenos adyacentes a ésta. 

Las tareas se desarrollaron en tres etapas y se extendieron por casi dos años. Durante este período fueron exhumados varios cadáveres.

 

El 28 de junio de 1997 se produjo el hallazgo de la fosa donde fueron descubiertas, sucesivamente, las osamentas de siete cuerpos. El segundo les llamó la atención ya que  conservaba parte de una chaqueta verde oliva sobre el torso y el cráneo. Además, en la pelvis tenía pedazos de un cinturón de cuero y le faltaban las manos. Esos fueron los primeros indicios, luego se determinarían otros,   que hicieron pensar que estaban ante la presencia de los restos de Ernesto Guevara. 

El 8 de julio los siete cadáveres fueron trasladados hacia la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Allí mediante exámenes con equipos computarizados, en el Hospital Japonés, confirmaron que uno pertenecía al Che. Los otros seis correspondían a los cubanos René Martínez Tamayo, Alberto Fernández Montes de Oca y Orlando Pantoja Tamayo, a los bolivianos Simeón Cuba y Aniceto Reynaga y al peruano Juan Pablo Chang Navarro.

El 12 de julio de 1997 los restos del Che fueron llevados a Cuba, junto a los otros guerrilleros que lo acompañaron en su expedición boliviana.  En la isla fueron recibidos con honores y por disposición del entonces jefe de Estado, Fidel Castro, fueron sepultados en Santa Clara, en un mausoleo oficialmente denominado “Conjunto Escultórico Memorial Comandante Ernesto Che Guevara” que incluye un museo dedicado a la vida del Che Guevara, una llama eterna y una estatua suya, de bronce, de 6,7 metros de altura.