Los últimos estudios sobre los principales agentes contaminantes causantes del calentamiento global han determinado que la aviación es causante de más del 5% de las emisiones totales de dióxido de carbono (CO2), producido por el uso de combustibles fósiles. Los motores depositan en la alta atmósfera ese gas nocivo y otros elementos como metano, ozono, hollín y producen nubosidad inducida, como las estelas observadas a simple vista.

Tanto en los estudios puntuales en la última Cumbre Climática como los realizados por organizaciones ecologistas, coinciden en señalar al tráfico aéreo como factor determinante del cambio climático con una proyección insostenible, ya que la Comisión Europea estima que en 2050 los gases de efecto invernadero de la aviación podrían ser ocho veces superiores al nivel actual. Está comprobado que mientras las emisiones mundiales de CO2 aumentaron un 25% entre 1990 y 2010, las de la aviación superaron el 70% en ese período.

En este contexto para los analistas no quedó otra alternativa que la de reducir drásticamente la actividad aerocomercial como única forma de mitigar el impacto del sector en la atmósfera, y alentar el crecimiento ferroviario con trenes de alta velocidad donde se pueda, entre otras alternativas frente a la emergencia. Pero la aviación sigue marcando hitos en el desarrollo de la humanidad, y acaba de dar una respuesta.

La semana pasada un vuelo de United Airlines, entre Chicago y Washington con más de 100 pasajeros, utilizó un combustible ecológico 100% sostenible a partir de aceites vegetales, sin hacer ninguna adaptación al Boeing 737 Max8. Uno de sus motores consumió 1.892 litros del nuevo SAF (Sustainable Aviation Fuel) y el otro impulsor igual cantidad del tradicional derivado de petróleo, y todo sin ninguna diferencia operativa. Otros ensayos determinaron que prácticamente todas las turbinas son compatibles con el novedoso derivado vegetal.

Si todas las compañías cambiaran los 215.768 millones de litros del combustible de petróleo, utilizado este año, por el nuevo SAF, la aviación comercial podría reducir su aporte de carbono hasta en un 80% según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA). La otra variante verde sería de la aviación masiva, privada y aeroclubes, que ya experimentan alternativas como la electricidad con autonomía de hasta 500 km, o combustibles sustentables para motores a pistón con lo cual se eliminaría el carburante fósil. El primer paso de un cambio histórico se acaba de dar.