Personal de la UFI de Delitos Especiales, que coordina el fiscal Adrián Riveros, recuperaron ayer un teléfono celular que había sido sustraído en diciembre del año pasado de una oficina de las fiscalías del Anivi situadas en la calle Rivadavia, metros al Este de Caseros, en Capital. Y detuvieron a un joven de 25 años que lo tenía en su poder y que, informalmente, dijo haberlo "comprado en la calle".
En su momento, la sustracción de ese Samsung J6 había causado un escandaloso revuelo. El aparato había sido incautado para ser peritado y luego de cumplir con esa diligencia, policías de la División de Apoyo y Análisis Tecnológico (DAAT) lo regresaron a la UFI Anivi para devolverlo a su dueño el 14 de diciembre pasado.
Días después, el 19, el dueño del aparato se presentó por la sede de Fiscalía a reclamar su teléfono, pero sorpresa: no estaba por ninguna parte. Ese mismo día hubo denuncia, pero del aparato nada de supo y menos del sospechoso, a pesar de que se analizaron las cámaras de seguridad.
La pista sobre un posible esclarecimiento del caso surgió este mes -dijeron ayer- cuando los policías de la DAAT les informaron que el aparato había sido reactivado otra vez, pero con un chip distinto. Hasta información sobre el posible poseedor del teléfono aportaron.
Con esos datos, el fiscal Riveros, el ayudante fiscal Leonardo Arancibia y los policías de la Brigada de Delitos Especiales pidieron a la jueza de Garantías, Verónica Chicón, orden detención y allanamiento en una casa del barrio Cipolletti, Chimbas. Y allí encontraron el aparato, que estaba en manos de un joven identificado como Abel Román Galeote (25), quien quedó detenido, sospechado de la sustracción de un elemento de prueba.