Juan, un niño de cuatro años diagnosticado con autismo, caminó por primera vez solo en una calle hace una semana gracias a Harley, su perra de asistencia, entrenada por la ONG Bocalán que por estos días entregará cinco canes más a niños con discapacidad, en un acto en la Jefatura del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
"Mi hijo se fuga. Nunca pudo caminar solo en la calle, nunca habíamos podido ir a un shopping o estar en espacios abiertos, porque tiene hipersensibilidad al ruido, a la luz y corre. Para nosotros, Harley es un milagro", contó ayer Rocío Van Schilt.
Pero ahora su hijo Juan, que convive con TEA (trastorno del espectro autista), sube escaleras mecánicas, come en lugares públicos y cruza avenidas unido al animal a través de un cinturón que lo conecta con el arnés y un chaleco que identifica que se trata de un perro de servicio para niños con autismo, o PSNA.
"Con chicos con autismo se trabaja un mes para lograr el vínculo con el perro, proceso que se llama acoplamiento. Se enseña la interacción y la sensibilidad del cinturón que va enganchado al arnés que lleva el perro; son anclajes que permiten que si el nene quiere fugarse, la tensión del cinturón haga que el perro se siente y bloquee el escape", explicó Guillermo Cuattrocchi, instructor de Bocalán.
La ONG es internacional, con sedes en distintos países, y en Argentina trabaja desde 2012. Hasta ahora entregó 28 perros: "Son 20 perros para PSNA y 8 para usuarios de sillas de ruedas", contó el representante de la entidad social.
Para personas con discapacidad motora "entrenamos al perro con habilidades básicas como abrir cajones, puertas, levantar objetos, llamar al ascensor, y cuando ya convive con el usuario trabajamos las habilidades específicas que necesita para tener independencia", detalló el instructor.
Por ejemplo, si la persona no tiene motricidad, el animal "ayuda a levantarle la cabeza, a acomodar los brazos o a desvertirse".
El proceso completo de entrenamiento para los perros dura unos dos años. "El primero, cuando son cachorros, lo pasan con familias que colaboran con la organización, para que se socialicen. Al año vuelven a Bocalán donde hacemos entrenamiento específico relacionado con la obediencia básica, circular en espacios públicos, habituarlos al subte y otros medios de transporte", añadió. Cumplida esta etapa se da el acoplamiento con la familia o persona que recibirá el animal.
"A nosotros nos cambió la calidad de vida tener a Harley. La gente de Bocalán nos contuvo. Estoy super agradecida y quiero que se conozca que existe esta posibilidad", resaltó la mamá de Juan, quién comparte a su perra con su hermana melliza Magdalena, luego de pautar que cuando el animal tiene puesto el chaleco significa que está trabajando y no puede jugar.
Esa consigna es para toda la sociedad, ya que si el perro está identificado como perro de asistencia, no se lo debe tocar.
Este punto es resaltado tanto por Van Schilt como por Cuattrocchi, ya que ambos coinciden en la necesidad de concientizar a las personas "para que no los toquen y dejen entrar a lugares públicos a este tipo de animales, ya que existe legislación". El viernes próximo en la sede del Gobierno porteño Marko recibirá a su perra Alaska, Felipe a Aloha, Julian a Atún, Ariadna a Grifo y Matías a Kina. Bocalán acepta donaciones a través de DonarOnline o por mail en info@bocalanargentina.org.
Télam