"…No podré olvidar jamás la bellísima tonada San Luis en Enero, que Leopoldo Walter Balaguer, Copete, inmortalizara con su ladero Ricardo Barbeito, uno de esos dúos paridos uno para el otro…"

Hace muchos años, tomó su guitarra soñadora y se fue a vivir a San Luis, pero siguió siendo más sanjuanino que el parral y la semita. Al partir, cargó sobre los hombros esclarecidos un par de tonadas fundamentales y así convivió al embrujo de ellas. En la tierra de Zavala y Alfonso y el Chocho Arancibia terminó de inspirarse en Cuyo y cantarle hasta el hueso, hasta que, hace unos días, la muerte lo pilló lleno de la gracia que concede Dios a los elegidos para que sean mensajeros del arroyo de las guitarras.

Copete era Leopoldo Walter Balaguer, brote de arraigadas familias sanjuaninas, hermano de mi apreciado amigo Buby Balaguer, quien falleció hace unos años siendo miembro de la Corte de Justicia de la Provincia. Fue integrante del famoso dúo Barbeito – Balaguer, que casi refunda la provincia de San Luis de tanto clavarle estacas inaugurales de buenas madrugadas, regadas del furor de la grácil cueca, el romancero de los valses, el tropel de los gatos y la intimidad de las tonadas.

Entre muchas otras obras, grabó mi Romance de mi niñez, con una ternura y un gracejo de cantor cansino de melgas y melescas y una nostalgia tan grande que se le escurría desde el corazón, que muchas veces me invitaba a volver escucharla a pesar de existir versiones más famosas de ese vals, porque en su garganta las canciones liberaban al viento noches de amigos, conjunción de pájaros, un hechizo no comparado con nada.
No podré olvidar jamás la bellísima tonada San Luis en Enero, que inmortalizara con su ladero Ricardo Barbeito, uno de esos dúos paridos uno para el otro, porque parece que nacieron para defender juntos la validez del arte de esta querida región donde la música no necesita de gritos ni aditamentos para ser entrañable y eterna. 

La expresión cuyana es en San Luis algo así como un alumbramiento; suena a amistad y vino generoso, potreros y sierras embrujadas de lunas novias extraviadas de amor.

Hace varios años tuvimos la dicha de cantar en el "boliche" de Los Miranda, famosa peña de la Calle Angosta. Era pleno julio y contraje ese día una disfonía espantosa. Prácticamente no podía hablar. El lugar estaba repleto y nos esperaban. No podíamos fallar. Ensayé en el hotel algunas estrofas y tuve la seguridad de que sólo podría interpretar una canción; la garganta no daría para más, pero de algún modo cumpliríamos.

Ya en el escenario, le contamos a la gente el tremendo percance, y arrancamos con la odisea. Terminé como una odisea la canción, pero le dije a Hugo que siguiéramos como pudiéramos con otra, porque el público era como que nos abrazaba y animaba a cruzar un río peligroso. Y así ocurrió que fuimos uniendo milagrosamente todas los temas de un show que fue casi normal. 

Eso es San Luis desde el borde abrigador de la canción de Cuyo.

Por eso, querido y prestigioso Copete, entiendo tu felicidad al desangrar hasta el borde de la eternidad, por esa misteriosa provincia, tus ríos y valles esenciales.

 

Por el Dr. Raúl de la Torre
Abogado, escritor, compositor, intérprete