Una simple recorrida por las calles y los espacios verdes por el Gran San Juan es suficiente para advertir que hay miles de ejemplares arbóreos en malas condiciones sanitarias, que no están recibiendo ningún tipo de tratamiento con el propósito de salvarlos y ayudarlos a recuperarse. En la mayoría de los casos es evidente que esos árboles han sufrido en los últimos años la falta de adecuados riegos y del cuidado que se le debe proporcionar a todo ejemplar, especialmente en los primeros años después de que ha sido plantado.
El estrés hídrico que sufren actualmente la mayoría de los árboles (cuando la demanda de agua es alta que la cantidad disponible durante un período determinado) es un problema que costará solucionarlo en una temporada en la que el riego será dificultoso por la secases de agua proveniente de los deshielos de la alta cordillera y el mal estado en que se encuentra la red de riego en muchos barrios o villas. Hay que tener en cuenta que hay sectores donde las acequias regadoras no existen, ya sea porque no se las ha realizado como corresponde o porque con el paso del tiempo se fueron deteriorando.
Muchos de los árboles que en estos momentos se muestran frondosos y que, por lo tanto, ofrecen sombra en abundancia, algo muy preciado en esta época del año es porque los frentistas están pendientes de ellos y llegan, incluso, a regarlos personalmente con baldes o sacando la manguera periódicamente.
Durante el período de pandemia, hace más de un año, en un fenómeno que se dio casi a nivel mundial, los árboles en general experimentaron una efectiva mejora por la disminución de los niveles de polución y una medida que, en su momento, fue positiva al suspenderse todo tipo de poda al que generalmente se somete al arbolado público. En ese período no hubo poda de formación, ni de despeje de cables, ni el denominado raleo, lo que provocó que los árboles se recuperaran. La consigna fue no tocar los árboles o hacerlo lo menos posible para que en una forma natural lograran su recuperación y el proceso dio resultados.
Ahora hay que volver a analizar el estado en que se encuentra el arbolado en general, para detectar aquellos ejemplares en malas condiciones y someterlos a tratamientos de recuperación, con un cuidado especial. En este sentido hay que verificar si les está llegando el agua necesaria, si sus ramas crecen apropiadamente y despejarlos de todos aquellos obstáculos que entorpecen su crecimiento, como los alambres o cintas que se utilizan para colgar carteles; o cables en desuso que terminan enroscados en ramas o troncos. La colocación de tutores para que los árboles más pequeños crezcan derechos es también otra necesidad, al igual que abonar convenientemente la tierra en que se encuentran plantados.
Para esta tarea se requiere la participación de todos los organismos pertinentes a las áreas de arbolado público del estado provincial y los municipios, como también los miembros de la comunidad, ya que entre todos se debe velar por mejores árboles para San Juan.
