Señor director:

He querido narrar a mi estilo este hecho de la vida real para demostrar el estado de inseguridad en que estamos viviendo. Lo he titulado: “Pepito el miserable” y expresa lo siguiente: Pepito Echegaray salió de su guarida portando un revolver calibre 38. Mirando de reojo y con el ceño fruncido. Sabía que el arma estaba cargada. Sabía que funcionaba normalmente y era apta para el disparo. Sabía que iba a robar, y sabía también que estaba dispuesto a matar.

La madrugada se presentaba cálida, la luna alumbraba las calles, no había nubes ni viento.

“Pepito El Miserable” caminaba por las calles del barrio de clase media. Era uno más de aquellas bandas de depravados sociales. Un marginal por elección. Un reincidente de delitos graves. Un ex presidiario con desprecio feroz y despiadado hacia la vida humana. Un miserable de manual.

La familia Bogado llegaba a su casa, venía de un casamiento. Arma en mano y martillada, “Pepito El Miserable” abordó a la familia en la vereda de la casa.

Intentó robar el auto de los Bagado, pero no llegó a lograrlo, por circunstancias ajenas a su voluntad.

Ante ese escenario de frustración, “Pepito El Miserable”, disparó el arma.

¿Por qué disparó Pepito El Miserable? Por malvado. Pero fundamentalmente por despecho, es decir por la bronca que le produjo no haber podido apoderarse del vehículo, y en ese disparó se fue la vida de Abril.

El miserable de Pepito Echegaray será condenado a prisión perpetua. Ojalá la sentencia judicial contenga alguno de los conceptos escritos en esta nota.