El 24 de febrero de 1946 terminó siendo en la Argentina un hito histórico, ya que fue un punto e inflexión para todos los argentinos. Ese día de aquel año, gana las elecciones presidenciales Juan Domingo Perón. Es el comienzo de una nueva etapa en el país, desde el punto de vista social y también desde lo económico, pues los ciudadanos ganan terreno en materia de derechos sociales. Pero también hay que decirlo, es el principio del fin de esa Argentina próspera y pujante que la llevó a estar en quinto lugar dentro del contexto de naciones en el mundo. ¿Cómo poder analizar este día, que para muchos argentinos fue una fecha rayana en "la santidad” y para otros fue la irrupción, en el sistema político argentino, del partido que representa el "mal de todos los males” de la Argentina?, ¿esta fecha es el inicio de lo que hoy llamamos "grieta”? Lo cierto es que la Argentina desde, el mismo día de su nacimiento (25 de Mayo de 1810), tuvo su primera "grieta”, Monarquía o República, definición que llevó varios años hasta que en 1816, gracias a la intervención e insistencia de un sanjuanino impuso la idea de República. Se trata de Fray Justo Santamaría de Oro (congresal por San Juan) y bajo la presidencia, de aquel congreso en Tucumán, de otro sanjuanino, Francisco Narciso Laprida. Sin temor a equívocos, se puede decir que esta fue la primera de las grietas discursivas, ya que las otras diferencias entre argentinos se tiñeron de rojo por la sangre vertida al imponer las ideas.
Desde el retorno de la democracia en 1983, se vivieron gobiernos democráticos con relativa tranquilidad hasta 2001, cuando renuncia otro presidente, Fernando de la Rúa, tras una seguidilla de muertes por represión policial y crisis económica.
La primera "grieta” que terminó siendo un baño de sangre "entre hermanos”, fue durante el siglo XIX, entre Federales y Unitarios. Curiosamente, poco más de cien años. Luego se produjo otra igual de virulenta,. El eslogan de uno de los sectores en pugna, para darse un idea de su odio, habla por sí solo, "Viva la Confederación Argentina y Mueran los Salvajes, Traidores, Inmundos Unitarios”. Otras de las "grietas” del siglo XIX, con baños de sangre, fue en 1890 en la llamada "Revolución del Parque” entre aquellos que dieron en llamar el "Unicato” (Julio A. Roca y sus partidarios) y los que defendían libertades públicas y contra la corrupción y el nepotismo (Unión Cívica).
Así se llega al Siglo XX. La primera "grieta” fue en 1930 con el derrocamiento, del Presiente Constitucional, Hipólito Yrigoyen, en manos del General José Félix Uriburu (compañeros de armas en la revolución de 1890). En este derrocamiento aparece en escena un joven capitán de apellido Perón. Esta división se podría definir como lucha entre Conservadores y Liberales. Ya a mediados de siglo, en 1955, otro golpe militar derroca a otro presidente constitucional, Juan Domingo Perón (militar de profesión), tras bombardeos a la Plaza de Mayo y con centenares de muertos y fusilados. Así se da inicio a una "grieta” que aún hoy, después de 70 años, persiste como peronistas y anti peronistas, siendo esta división, la más larga en tiempo de toda la historia argentina. El golpe militar de 1955, se basó, al decir de los revolucionarios, en que Perón implementó un gobierno demagógico y autoritario. Para colmo de males y luego de una seguidilla de gobiernos constitucionales y de facto, el peronismo en su regreso al poder en 1973 profundiza la "grieta”, cuando su juventud política se divide. Así nace el brazo armado del peronismo, "Montoneros”, cuyo eslogan era "Perón o Muerte” y como respuesta desde el gobierno constitucional nace el grupo paramilitar conocido como Triple A (Alianza Anti Comunista Argentina). Esto lleva al país a la mayor confrontación y muerte entre el mismo bando (peronismo) del Siglo XX y terminando este periodo democrático con otro sangriento golpe militar en 1976. Esta es la historia de confrontaciones en la Argentina o "grieta tras grieta”, que aún hoy en pleno siglo XXI continúa. Se debe aprender del pasado histórico para que no ocurran más baños de sangre entre argentinos y poder dirimir las diferencias a través del diálogo sincero y fuera de todo fanatismo.
Por: Jorge Reinoso Rivera
Periodista
