Con motivo del “Día de la Tradición”, quiero expresar mi humilde concepto que tengo de ella y nuestro folclore. Como base menciono el decreto Nº 3454, del año 1948, firmado por el entonces presidente, Juan Domingo Perón. El mismo establece el día 10 de noviembre, que es el nacimiento del poeta que escribió el “Martín Fierro”, José Hernández, como el “Día de la Tradición”. Como tradición y gaucho en la práctica son sinónimos, mencionaré el vocablo “gauchada”, palabra hoy muy común en nuestro lenguaje. Por ejemplo, cuando se necesita un favor de urgencia se dice: ¿Me puede hacer la gauchada? Por lo general, la respuesta a esta pregunta es un “si” con sinceridad y despojado de todo interés material. Una persona con estos principios humanitarios es digna de ser recordada siempre y valorar su noble conducta.

Gaucho no es de jurisprudencia procesal ni penal. Es simplemente una manera de pensar en tiempos no muy lejanos. Esos hombres se caracterizaban por una recia contextura física. Vestían botas de cuero de potro, espuelas, chiripá, vincha. Sus manos eran callosas, en la cintura llevaban su facón. Montaban a caballo para desafiar el inminente peligro de vida. Formaron filas con el General Martín Miguel de Güemes, en defensa de nuestra patria. Estos hombres formaron parte de nuestra tradición argentina. Teniendo en cuenta el pasado de ellos, sería un atropello a la razón que este personaje haya sido calificado como un “vago”. Su pasado debe ser muy bien contemplado.

En la alegoría de “gaucho” y “gauchada”, “padre” e “hijo”, renacerá siempre este nombre justo y necesario como un eslabón más que forma nuestro acervo nativo.