Cuando se participa de los torneos intercolegiales de escuelas primarias y secundarias, se siente un orgullo especial. Es representar a nuestra institución, sentirse jugador de selección, competir por nuestros compañeros, maestros y todo lo que significa nuestra "segunda casa”, como se decía a fines de la década de 1970 y principios de los "80. En esos años me tocó jugar en la primaria por la Escuela "Luis Jorge Fontana”, de Capital y la "Ingeniero Rogelio Boero”, en la secundaria. Participé en atletismo, handbol y vóley, como tantos miles de chicos.

Yo ya cumplí medio siglo de vida. Por lo tanto, tengo que decir, que esos momentos deportivos son imborrables. Sin embargo, me entristece que los juegos intercolegiales no tengan un seguimiento desde la infancia, luego en la escuela secundaria, que desemboque en el descubrimiento de deportistas que compitan para llegar a los Juegos Olímpicos, representando a nuestro país, Argentina.
Habrá gente que estas palabras les parezcan descabelladas. Pero, a esta altura del siglo XXI, deberíamos haber aprendido lecciones que nos dejaron otros países de distintos continentes que trabajaron desde la década de 1870 – 1980, cuando aparecieron deportistas como la rumana Nadia Comanecci o el estadounidense Carl Lewis, entre tantos otros.

Sería bueno que desde las altas esferas de gobierno, como desde todos los sectores de la comunidad, se trabajara en este tema, en beneficio de los sanjuaninos. Esto con el fin de que, los intercolegiales sean parte de una política de Estado. Porque, de esta forma, ¿cuántos niños y jóvenes, podrían tener un futuro maravilloso en el mundo del deporte? Es que el deporte, también es parte de la educación y crecimiento social de una comunidad.
Ramón Ochova – DNI 16.931.748
