La tarde era tibia, sin ser muy calurosa. Empezaba la ronda de la plaza 25 de Mayo y los pájaros aturdían en la arboleda. En un banco, un grupo de muchachos conversaban ajenos a la contradanza del desfile. El tema: básquetbol, crear un club. Idas y venidas de ideas y entusiasmos. Era ya de noche cuando el propósito se completó. Había que buscar a otros y dar forma a la iniciativa. Había que buscar un lugar de reunión y ajustarse a lo que debía ser la organización.
Pasaron algunos días y en una sala con ventanas a la calle, hasta donde llegaba un agradable aroma a vino, de una bodega próxima; había caras serias y alegres; risas, chistes, comentarios, aprontes. Todo se hizo seriamente, un supuesto presidente, pedidos de la palabra. Buscar un nombre y designar una comisión.
Surgieron dos nombres: Aconcagua e Inca Huasi.
Luego de largas conversaciones, se decide por el nombre de Inca Huasi (que significa Casa del Inca). El club decano del básquetbol sanjuanino, fundado el 27 de noviembre de 1930. A la vez se creó el himno ñokaiko, por Díaz Costa, grito de guerra que se canta antes de cada partido.
Ya teniendo el nombre del nuevo club, se formó la primera comisión que tuvo como presidente a Pedro Calvo de La Fuente. De ahí en adelante, se puso en campaña para conseguir terreno, hacer la cancha, comprar pelotas y hacer las camisetas, todos estos gastos fueron solventados por miembros de la comisión y colaboraciones de allegados y amigos del momento.
Las primeras camisetas encargadas son muy parecidas a las que se lucen actualmente, con los colores rojo, negro y blanco, usadas intercambiando su combinación. Ya con los elementos indispensables se hicieron las primeras prácticas en dos canchitas de básquetbol en el estadio del Parque de Mayo, en el mismo lugar donde hoy se levanta el Aldo Cantoni. Aquellas eran con el piso de ripio y costaba que la pelota picara.
Entre los primeros jugadores estuvieron: “El Tranco”, el “Chupino”, la Chancha”, Julio, Santiago Barrera, el “Flaco” Camargo, el “Tomate” Echegaray, Carlitos Vargas, el “Gringo” Vidart y el “Negro” Elizondo.
Después de recorrer distintos terrenos, se consiguió que los señores Decio y José Graffigna cedieran el terreno que tenían frente a la Escuela Normal, por Libertador; de esta forma se luce la primera cancha ñokaika. Por la venta del terreno, se emigra a la calle San Luis y Caseros, fondo cedido gentilmente por la familia Daria; Inca Huasi tuvo su cancha en ese lugar hasta el año 1941. Desde ahí a Pedro Echagüe entre Mendoza y General Acha, terreno prestado por la familia Medina. Después a la calle Urquiza (actualmente Salta), donde funcionaba la pileta Urquiza, a 3 cuadras de la calle 25 de Mayo.
Con el terremoto de 1944 en San Juan, se tuvo que encarar todo de vuelta. En dicho año, el presidente era el señor Vidart, quien hizo un gran trabajo para que el club siguiera funcionando, al trasladar todas las pertenencias de la institución a su domicilio.
Siguiendo con la búsqueda de terreno, se volvió a Av. Libertador entre Salta y Santiago del Estero, cedida por el señor Yanzón, previo paso por la cancha de Rojinegro que gentilmente prestaba para las prácticas. Finalmente, se consiguió por intermedio de Palacio Balaguer, diputado provincial, el préstamo por 10 años del predio que actualmente posee el Club Inca Huasi, pero faltaba lo principal, la escrituración definitiva a nombre de la Institución, cosa que no se hizo esperar por las gestiones realizadas por el socio fundador y jugador, César Camargo.
A partir de ese momento empezó una nueva etapa para la Institución, construir la cancha, tribunas, secretaría, lo que se logró gracias a la gestión del presidente del club, ingeniero Ramón Gil. Luego vinieron otras construcciones para comodidad de toda la familia ñokaika, la casa para alojar delegaciones, cierre perimetral del predio, cantina, quincho y cancha complementaria
Inca Huasi tuvo equipos femeninos y masculinos, que hicieron historia en el club. En gran parte, esto se debe a un hombre que dedico su vida a la enseñanza moral técnica y deportiva: Jorge Vera Rodríguez, apodado “Conde”, quien se paseaba con orgullo dentro de lo que consideraba su segunda casa.
Esta es parte de la historia del club pionero del básquetbol sanjuanino, que hoy está cumpliendo 90 años y en el cual, jugadores, cuerpos técnicos, dirigentes y socios, siguen trabajando para para el engrandecimiento de la institución.