Si algo le faltaba a la serie entre Independiente y Santos era una suspensión por incidentes. Y así fue. En San Pablo, la revancha del choque marcado por el fallo de la Conmebol en contra de los brasileños, no pudo concluir, a falta de diez minutos para el final. Empataban 0-0 cuando el árbitro chileno Alberto Bascuñán decidió terminar el encuentro debido a un intento de invasión de los hinchas locales.

 

La bronca de los simpatizantes del Santos, que coparon el Pacaembú, comenzó desde temprano, cuando la Confederación Sudamericana de Fútbol decidió darle por perdido al conjunto brasileño el partido de ida por 3-0, debido a la mala inclusión del uruguayo Carlos Sánchez. El ex River debía una fecha desde 2015.

 

 

 

En la cancha, el Rojo salió decidido a meter un gol para cerrar la historia. En tanto, el Santos eligió pelear y pegar. De arranque, los locales abusaron del juego fuerte, pero no recibieron ninguna amonestación de parte del chileno Julio Bascuñán, que además obvió un penal de Lucas Verissimo a Maximiliano Meza.

 

La primera clara fue igualmente para el conjunto brasileño, con un mano a mano que Martín Campaña desactivó ante un intento de Gabriel.

 

Desde entonces, el Santos se convirtió en el protagonista del partido. Obligó al equipo argentino a replegarse y lo apretó, pero sin peligro. Pero una contra le daría al Rojo la posibilidad más clara: a los 44 minutos del primer tiempo, Vanderlei bajó a Pablo Hernández dentro del área y el árbitro cobró penal. El arquero iba a tener revancha al taparle el remate a Meza.

 

 

 

En el segundo tiempo, el local volvió a controlar la pelota, pero no encontró peso en ataque. Y los de Holan tuvieron un par de chances muy claras: primero Vanderlei le tapó un buen remate a Francisco Silva y más tarde Pablo Hernández estrelló un remate en el travesaño.