Ningún gesto, ninguna reacción. Apenas dejó escapar una mirada que pareció curiosa cuando escuchó el fallo, e instantes después el ruido de su bastón se alejó por los pasillos de Tribunales. Por ahora irá hasta el Hogar de Ancianos (allí vive), porque desde el momento en que quede firme la sentencia del juez Martín Heredia Zaldo (Sala I, Cámara Penal), la situación de ese ingeniero aeronáutico jubilado de 84 años (nació en Córdoba y fue exjerarca de importantes empresas automotrices) puede cambiar para peor. Es que ayer el magistrado aplicó a ese hombre una sentencia sin precedentes en San Juan: ordenó comunicarle a la Anses que su jubilación pasará en forma íntegra a sus dos hijas (por lo menos hasta que cumplan 25 años), a las que consideró víctimas de sus depravación sexual. Por eso mismo, también, lo condenó a 19 años de cárcel, pues creyó probado que cometió graves ultrajes sexuales y violó a la mayor, hasta dejarle un daño en su salud mental tan grave, que debe estar sometida a un tratamiento psiquiátrico diario, con un cóctel de medicinas para intentar impedir su habitual ‘derrumbe psíquico’ y sus ideas de quitarse la vida.
Además, para el juez se acreditaron los abusos gravemente ultrajantes contra la menor de las niñas. Y que ambas hermanas fueron corrompidas sexualmente, tal como opinó la fiscal Marcela Torres (alegato al que adhirió la asesora de la Niñez Patricia Sirera), quien había pedido 25 años de cárcel para el acusado, por esos delitos y también por la corrupción sexual de su hijo varón.
El caso siempre estuvo rodeado de circunstancias especiales. A más de uno no escapó el dato de que el ingeniero había demostrado ya sus inclinaciones pedófilas cuando fue a trabajar a Brasil y, con 57 años, se puso en pareja con una chica muy pobre, de 15 años.
Esa mujer es la madre de las víctimas y denunció el caso cuando lo conoció por boca de la psicóloga de su hija mayor, quien trataba a la niña por sus continuas autoagresiones (cortes en sus brazos) y sus ideas suicidas. El 29 de enero de 2020, la profesional la convocó a su consultorio y le contó que su hija (tenía 15 años, su hermana 13) le había revelado que era abusada por su padre. Entonces a la mujer le cerraron muchas cosas, como que su marido siempre lavara la ropa interior de las niñas, que las besara en la boca o que siempre les tocara las piernas. También dijo que en una ocasión lo echó de la casa por querer mostrarle pornografía a las niñas. Y que en el teléfono de su hija menor había descubierto una suerte de diario íntimo, en la que niña tenía escrito: ‘Mi papá es un pedófilo’.
El ingeniero estuvo 2 años preso y quedó libre por el vencimiento de los plazos de su prisión preventiva. Cuando declaró, negó haber abusado de las menores, pero admitió que con la menor se daban besos con lengua y hasta se sorprendió ‘de lo bien que besaba’. Tampoco negó habérseles exhibido desnudo, con el pretexto de que esa era una práctica cultural común en Brasil para introducir a los niños en la educación sexual. También declaró que era impotente y que las niñas lo acusaron influenciadas por su madre, a quien trató de borracha, drogada y la acusó de serle infiel.
Su defensor oficial, Carlos Reiloba, había pedido que el ingeniero fuese absuelto por el beneficio de la duda. O, en caso de ser condenado, que cumpla un castigo domiciliario. Si el defensor oficial no reclama y la sentencia queda firme, el ingeniero podrá pasar a la cárcel y quedarse sin su jubilación, que superaría los 300.000 pesos, indicaron fuentes judiciales.