Jair Bolsonaro, candidato del Partido Social Liberal (PSL), se impuso este domingo en segunda vuelta y es el nuevo presidente de Brasil, rompiendo el liderazgo del Partido de los Trabajadores (PT) en las últimas cuatro elecciones.

 

El capitán de la reserva del ejército brasileño y diputado federal desde hace más de dos décadas alcanzaba el 55,54% de los votos y superó de esta forma al candidato petista Fernando Haddad, que obtuvo el 44,46%, de acuerdo a los resultados oficiales publicados por el Tribunal Superior Electoral, con el 94,67% de los votos escrutados.

 

La participación en estas elecciones marcadas por la polarización, el descrédito del PT luego del encarcelamiento de su líder, Luiz Inácio Lula da Silva, y el surgimiento de la polémica figura de Bolsonaro, un ultraderechista que promete una guerra contra el crimen y la corrupción y que fue apuñalado en plena campaña, se ubicó en el 78,83%.

 

De esta manera Bolsonaro consolidó y amplió el apoyo recibido el 7 de octubre en la primera vuelta, cuando llegó al 46,03%, a sólo cuatro puntos de imponerse en esa instancia, y logró alejarse de Haddad, que alcanzó el 29,28%, y Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista (PDT), que llegó al 12,47%.

 

El nuevo mandatario del país más grande y poblado de América Latina asumirá en el Palacio do Planalto en Brasilia el 1 de enero de 2019 junto a su vicepresidente Antônio Hamilton Mourão, ex general del ejército que pasó a retiro este año para sumarse a la campaña.

 

Reemplazará de esta forma a Michel Temer (PMDB), quien accedió a la presidencia en 2016 luego de la destitución de la presidenta Dilma Rousseff (PT), primero en forma interina y luego de manera estable hasta la celebración de estas elecciones. Temer había sido vicepresidente de Rousseff, por lo que accedió al máximo cargo luego del juicio político y de acuerdo a la Constitución brasileña.

 

Bolsonaro rompió, de esta manera, con el dominio del PT, que se había impuesto en las elecciones de 2014, 2010, 2006 y 2002, gobernando Brasil durante 14 años primero a través de Lula, ahora cumpliendo una condena por corrupción en el contexto de la operación anticorrupción "Lava Jato", y luego con Rousseff a la cabeza.

 

Su fugaz ascenso de este año tuvo lugar en medio de un fuerte descrédito del PT y de prácticamente todos los partidos políticos tradicionales en Brasil, golpeados por los escándalos de corrupción primero del Mensalão y luego el Petrolao, así como también de un contexto de crisis económica y un fuerte aumento de la criminalidad.

 

Con un fuerte discurso homofóbico, xenófobo y misógino, pero también con promesas de luchar contra el crimen y la corrupción, Bolsonaro generó un enorme revuelo en Brasil durante la campaña, generando apoyos y rechazos y consolidándose como la primera opción.