Durante un acto histórico en Jerusalén, con la mudanza de la embajada de Estados Unidos desde Tel-Aviv en un gesto que se lee como el reconocimiento del país a que la ciudad santa es capital de Israel, las protestas en la Franja de Gaza generan una violencia desmedida que ya terminó con la vida de al menos 37 personas.

 

Además, más de 1.700 resultaron heridas en los enfrentamientos con soldados israelíes en la frontera. Varios palestinos, que se oponen a la mudanza de la sede diplomática, incendiaron neumáticos e intentaron cortar la valla de seguridad.

 

 

Con banderas palestinas y otras negras, así como con llaves para simbolizar su demanda de poder retornar a las tierras de las que sus antepasados tuvieron que huir o fueron expulsados a raíz de la fundación del Estado de Israel en 1948, varios manifestantes también quemaron una bandera de Estados Unidos.

 

 

La Autoridad Palestina acusó a Israel de cometer una "horrible masacre" en la frontera y pidió una "intervención internacional". Estos fallecimientos llevan a 91 el número de palestinos muertos desde el inicio de un movimiento de protesta multitudinario, el 30 de marzo.

 

Se trata de la jornada más mortífera del conflicto israelo-palestino desde la guerra de 2014.

 

 

 

Mientras tanto, el presidente Donald Trump hizo caso omiso de la violencia desatada y celebró por Twitter su decisión: "¡Un gran día para Israel!". La medida del republicano de mudar la embajada rompió con un viejo consenso internacional de que el estatus de Jerusalén sería determinado por un acuerdo de paz entre Israel y los palestinos.