Mario Pedro Córdoba (55) miraba ayer con mucha angustia lo que era su rancho, devenido ahora en un esqueleto inservible repleto de escombros y chatarra por culpa de un incendio que lo dejó en ruinas. "Se me quemó todo, todo", repetía el hombre, un jornalero que vivía hacía 16 años en ese lugar que le prestaban, y que sentía impotencia porque no estaba cuando empezaron las llamas y porque nada pudo hacer cuando llegó, tras el llamado de una vecina. "Cuando vine ya no había nada, el fuego era impresionante, estaba todo en llamas", recordó, muy apesadumbrado.

El rancho estaba ubicado sobre Divisoria, al Oeste de Florida, en Angaco. El siniestro comenzó cerca de las 23 del pasado sábado, cuando la víctima se encontraba visitando a un hermano. Apenas le avisaron se volvió en la moto y con los vecinos empezaron a tirar agua que sacaban con tachos del canal contiguo, pero poco sirvió porque prácticamente nada quedó a salvo. Se quemaron los muebles, electrodomésticos, ropa y casi todas las otras pertenencias que había en el comedor, la cocina, el baño, el dormitorio del hombre y otra habitación que era usada como depósito. Además, parte de las paredes y el techo se vinieron abajo.

Córdoba está separado. Tiene dos hijas que viven con su madre en 25 de Mayo. Ayer tenía el apoyo de sus vecinos, que se acercaban a consolarlo y a ofrecerle ayuda. Pero él parecía no tener fuerzas. "Me quedé sin casa, estoy con lo puesto… hasta los papeles de la moto perdí", lamentó, resignado.

La hipótesis de él y de Bomberos es que el fuego se inició por una falla eléctrica, debido a la precariedad de las instalaciones. Es más, el jornalero admitió que tenía luz gracias a que estaba enganchado ilegalmente a la red. "Yo siempre desenchufaba todo, pero parece que algo pasó", dijo, y descartó la posibilidad de un ataque intencional.