Un jubilado y su hijo perdieron gran parte de sus cosas al incendiarse su casa en Sarmiento a causa de un cortocircuito.
José Adrián Agüero (68) ayer estaba sin consuelo y no paraba de llorar, pero todo pudo ser peor para él. Es que intentó salvar el colchón en el que dormía con su esposa fallecida y otras cosas que le quedaron de ella, y lo tuvieron que rescatar cuando el humo ya comenzaba a pasarle factura, además de que se había desorientado porque ve con un solo ojo. Esa dramática situación tuvo lugar sobre las 6.30 del último viernes, en la casa del Barrio La Silvica donde José vive con su hijo Adán (46), que minutos antes había salido a hacer una changa en las chacras de melones.
El anciano se estaba preparando también para salir cuando escuchó una explosión. El ruido provenía de su habitación, pero cuando intentó entrar para sacarse la duda no pudo hacerlo. Entonces volvió a salir y desde afuera miró por la ventana y se dio cuenta de que la pieza estaba pasada por humo.
Ese fue el momento en el que, desesperado, quiso rescatar algunas pertenencias, poniendo en riesgo su vida. "Una hermana mía lo sacó y con la ayuda de los vecinos lo pusieron a salvo", explicó su hija Amalia.
El fuego destruyó todo lo que había en el dormitorio del jubilado, como su cama con el colchón, un mueble con toda su ropa, un ventilador de pie, entre otras cosas. Y además se extendió al resto de la vivienda, afectando los otros electrodomésticos y muebles. "Le ha quedado la ropa que tenía puesta porque toda la otra está quemada o tostada", lamentó Amalia. Y contó que su padre es un conocido vecino de la zona, tan querido por todos que por la noche en el barrio organizaron una guitarreada para levantarle el ánimo: "Mi papá está muy triste, estuvo todo el día llorando, se sentía muy mal. Él es un hombre muy bueno, acá todos lo quieren y por eso todos quieren verlo bien".
Bomberos realizó las pericias y la hipótesis es que el fuego se originó por un cortocircuito en el ventilador de pie que el anciano tenía al lado de su cama.
En la familia se quejaron de las precarias instalaciones eléctricas que, dijeron, tienen todas las casas del barrio. Y denunciaron que a la hora del siniestro el agua de la red estaba cortada y que en ocasiones pasan días con el servicio interrumpido. La solidaridad de los vecinos que trabajaron arduamente trasladando agua de las piletas fue clave para evitar daños mayores.