Un niño ejemplar, que soñaba con ser abanderado y entrar en la Gendarmería Infantil. Bueno, alegre, con muchos amigos, fanático de River. El 3 de mayo de mayo de 2011, mientras jugaba a la pelota en la vereda, murió de un disparo en la cabeza cuando intentaba alejarse de una pelea vecinal. Kevin Alexander Borquez tenía sólo 9 años de edad y su trágico final conmocionó a toda la provincia.
El fatal desenlace comenzó cuando un hombre llegó a su casa del barrio Villa Paula, de Chimbas, y se topó con que alguien se había metido a robarle un microondas, una campera, dinero y ropa de sus dos pequeños hijos. Un vecino le dijo quién fue el presunto ladrón y el hombre fue a buscarlo, a la vuelta de su casa, y ahí se produjo una pelea que continuó en la casa del damnificado.
En ese momento, varios testigos vieron cuando un sujeto sacó un arma de su cintura y se la pasó a su novia, quien efectuó al menos dos disparos. Uno de esos proyectiles fue el que mató a Kevin. Los acusados del crimen fueron identificados como Deolinda Elizabeth Godoy y Gerardo Cayetano Riveros.
Luego de lo sucedido, la pareja huyó y la gente intentó una especie de justicia por mano propia. Ni bien se enteraron que el pequeño había llegado sin vida al hospital, unas 40 personas enfurecidas arrasaron con dos casas ligadas a los acusados: primero hubo saqueos y luego les prendieron fuego.
Horas después, la mujer se entregó en el Segundo Juzgado de Instrucción, mientras que a Riveros lo apresaron tras una persecución en el barrio Los Troperos, de Santa Lucía.

Ambos estuvieron 2 años y 6 meses detenidos por ese conmocionante homicidio y quedaron libres porque la Corte de Justicia entendió que no debían haberles prorrogado un año más, el tercero, el plazo de prisión preventiva pues no había motivos legales válidos para hacerlo. Por eso ambos acusados enfrentaron el juicio en libertad. Sin embargo, la misma Corte confirmó luego el fallo en contra de ambos acusados y por eso el juez José Atenágoras Vega (Sala II, Cámara Penal) ordenó recapturarlos para que vuelvan a la cárcel a cumplir los 15 años que les había impuesto en 2013 por el crimen del niño.
El caso se calificó como un homicidio con dolo eventual, porque se consideró que la mujer sabía que al disparar un arma de fuego podía provocar matar a alguien pero lo mismo gatilló, porque no le importó si ocurría o no un crimen.

‘Era un ángel, tan bueno en todo. Estaba empecinado con que quería ir a catequesis, pero no lo dejaban porque era muy chiquito. Siempre hablaba como si fuera un niño grande, era tan maduro, tan hombrecito. Cuando me veía desarreglada, me decía que me cambiara el pantalón, que no saliera así. Me cuidaba mucho”. Así, con esas palabras, Bárbara, la mamá de Kevin, lo recordaba horas después de su muerte.
