El restablecimiento de relaciones bilaterales con la mayoría de los países y el estrechamiento de vínculos con cada una de las naciones incidió favorablemente para que nuestro país recibiera la mayor colaboración destinada a la tarea de búsqueda del submarino perdido en el Atlántico Sur.
A las 14 embarcaciones militares, tres de Prefectura Naval Argentina y cinco aviones, se sumaron buques y aviones de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Noruega, Italia, Brasil, Chile, Uruguay, Perú, Colombia y hasta de Rusia, que se plegaron a esta cruzada por establecer el destino del ARA San Juan. También fue relevante la participación de organismos de monitoreo de los mares del mundo como la CTBTO (Organización del Tratado de Prohibición Total de Pruebas Nucleares) que fue la que determinó el momento exacto y sitio aproximado de la explosión que afectó a la nave que todavía, hasta ahora, no ha sido localizada.
Como un gesto de buena voluntad y de mayor acercamiento a la Argentina, cada uno de estos países acudió espontáneamente para colaborar en la búsqueda, aportando experiencia naval y equipamiento tecnológico para la dramática búsqueda. El país con mayor despliegue fue Estados Unidos, que por expresas directivas de su presidente Donald Trump, a través de su Marina dispuso que el Comando de Rescate Submarino con base en San Diego, California, se dirigiera a la Argentina. Este mismo país envió a la zona de Comodoro Rivadavia el denominado “primer sistema de rescate” consistente en una cámara de rescate submarina y un vehículo que funciona debajo del agua operado remotamente.
La Fuerza Aérea Norteamericana, por su parte, dispuso de dos aviones P8-A Poseidon, de patrullaje, equipado especialmente para reconocimiento marino, y un P-3 Orion de la NASA.
A pesar de las históricas diferencias motivadas a partir del conflicto de las Malvinas, la Marina Real Británica también hizo su aporte enviando un barco patrulla de última generación para sumarse a los rastrillajes. Este gesto, que para algunos puede resultar polémico, demuestra que más allá de las diferencias políticas entre países los gestos humanitarios trascienden las fronteras.
Todas estas muestras de apoyo y acompañamiento a nuestro país, más allá del resultado que tengan finalmente, están sirviendo para demostrar que la Argentina no está sola. La apertura al mundo de la actual gestión de gobierno comienza a dar sus frutos. No somos una isla ni podemos cortar vínculos con la comunidad internacional que ha respondido espontáneamente ante el drama que hoy nos toca vivir.
