Nos fuimos en taxi desde el estadio donde juegan Las Aguilas hasta donde se presentan todos los días los chicos del Sub-20. El traslado dura más de media hora. La distancia es grande y, para colmo, el tránsito dificulta todo porque se presentan varios embotellamientos. El taxista, en lo poco que entendemos de su idioma, nos dijo que nos dejaba a unas dos cuadras de la entrada a la Universidad Tecnológica de Nanjing, donde está el estadio. Era cierto. Pero no era la puerta adecuada. Con Mariano (fotógrafo) cargamos los bolsos y pensamos que no había problemas. Entramos al predio por esa otra puerta y empezamos a caminar. Y seguimos caminando. Y caminamos más. Subidas. Bajadas. Montes. Todo verde y de una belleza inigualable. Nadie nos entendía a dónde íbamos. Asentían cuando les mostrábamos el nombre de la universidad pero no nos podían explicar en qué lugar estaba el gimnasio donde se juega el Campeonato.
De pronto, así como caído de la nada, apareció Li Tian, un pibe de 19 años que es estudiante en la universidad. Uno de los pocos chinos que habla inglés y que, de paso, entendía en parte el español. Se ofreció a acompañarnos al estadio porque él había salido a trotar. Nos explicó que estábamos a más de un kilómetro y medio del lugar. Su nombre -Tian- significa cielo. La verdad, era un aparecido del cielo, porque sin su ayuda hubiésemos tardado horas en dar con el lugar.
En el camino nos fue contando sobre esta espectacular universidad. El lugar tiene una extensión de 5 kilómetros. Es casi una mini ciudad. En el complejo hay hospedaje para 35.000 estudiantes. Hay canchas de fútbol, básquetbol y todo deporte que uno se pueda imaginar. Edificios internos. Los de hospedaje y los de la propia universidad que funcionan como aulas. Un río va bordeando el camino interno. Varias líneas de ómnibus entran al lugar. Se mueven en forma permanente miles de jóvenes.
Tian, ofreciendo toda su amabilidad prendió su teléfono para hacernos escuchar música de Los Redondos. Un genio el pibe. Decía: "Me gusta esta música. Me gusta Messi. ¿Tevez? ¿Quién es Tevez?", preguntó.
Nos contó que sus padres se esfuerzan para que él esté estudiando ahí. Que no paga por su hospedaje porque se ganó una beca, pero que quienes lo hacen deben gastar más de 8.000 pesos nuestros por mes. Después dijo que los chinos son buena gente pero que no entienden nada sobre nosotros. No sólo el idioma, sino nuestra propia forma de vida. Dijo que nosotros dudamos mucho de lo que queremos. Que ellos son más firmes en lo que buscan. Y está convencido que sin esfuerzo no se logra llegar a lo que uno quiere. Tras mucho caminar, por fin divisamos el estadio. Tian, apurado porque tenía una sesión en uno de los gimnasios, nos dejó. Nos deseó suerte para que saliéramos campeones aunque no entendía nada de hockey. Por ahí, en algunos de los días, iría al estadio. Li Tian, el pibe que fue una ayuda que cayó del cielo.