Nuestro país posee un claro liderazgo regional en biotecnología, ya que cuenta con todos los elementos necesarios para el desarrollo de actividades vinculadas a esta área de la producción. Esto es lo que alentó, en estos últimos años, a que grandes compañías y pymes nacionales realizaran importante inversiones con el objeto de desarrollarse y ganar mercados en el exterior, donde la demanda de productos sustentables es cada vez mayor.

El mundo actual está demandando productos y servicios biotecnológicos en alimentación, energía (verde), salud y protección del medio ambiente, lo que ha hecho que muchas empresas locales se aboquen a este tipo de producción consolidando un perfil exportador que actualmente está contribuyendo decisivamente con la maltrecha economía del país. Del total exportado en 2017, el 67% correspondió a productos biotecnológicos, que redundaron a la Argentina en 39.300 millones de dólares y 2,47 millones de puestos de trabajo, uno de los aspectos más importantes teniendo en cuenta la necesidad de mejorar los últimos índices de desempleo difundidos a nivel nacional.

Teniendo en cuenta el potencial exportador de las empresas dedicadas a la biotecnología, se puede asegurar que la bioeconomía está contribuyendo a generar divisas, especialmente en áreas vinculadas con la agricultura y agroindustria. Pero también lo hace con la industria alimentaria; la pesca y acuacultura; la silvicultura e industria del papel; las fibras naturales y artículos de vestir; la bioquímica y bioplásticos; la bioenergía y las industrias biofarmacéuticas y de biocosméticos.

Todas estas empresas, de variado tamaño, han surgido en los últimos diez años siendo la mayoría de capital nacional. Algunas de ellas pertenecen a compañías multinacionales y otras son parte de grandes grupos empresarios locales. También hay pymes dedicadas a la actividad.

Desde el sector estatal, el desarrollo de la bioeconomía ha sido promovido con un trabajo en red, realizado junto a unas 200 empresas y organismos como el INTI, el INTA, el Conicet y universidades públicas y privadas. Gracias a esta colaboración los avances tecnológicos, que comenzaron en la década del ’80, se han ido concretando más rápido, aunque con algunas diferencias respecto de las regiones del país. En el caso de San Juan se observa un desarrollo un poco más lento, especialmente en la incorporación de mayor tecnología a la producción. Una tendencia que habrá que revertir a la brevedad para no quedar atrás en una de las actividades que prometen contribuir decisivamente en la recuperación de la economía nacional.