“Jamás en mi vida había visto una cosa tan horrible, con decirle que un mono era más bonito que eso. Los ojos eran rojos y le brillaban como a un gato en la noche. Y su plumaje era de un negro azabache. Era muy grande, tenía más o menos como un metro sesenta”. La descripción pertenece a Hugo López, un vecino de Rawson que a fines de diciembre de 1998 vivió un momento propio de una historia de terror.
Aquella conocida leyenda de la bruja que se transforma en un extraño pájaro de vuelo nocturno, pareció hacerse realidad aquel día durante la madrugada, en el interior del barrio Salvador María del Carril.
Aunque tuvo eco durante varios días, el espeluznante episodio duró poco más de una hora. A lo largo de esos sesenta minutos, una familia y 9 policías lucharon contra sus creencias y la lógica mientras observaban y trataban de espantar a un ave negra, de cabeza peluda, que los miraba con aires amenazantes desde el eucalipto de unos 20 metros ubicado a orillas de la calle.
Esa noche, los Brizuela-López, desvelados, intentaban pasar la calurosa noche jugando en la calle. De golpe, una enorme sombra proyectada por la enorme luz lunar y la farola del alumbrado público les llamó la atención. Al principio, la familia intentó que aquella presencia pasara desapercibida, pero la curiosidad pudo más. López y a su sobrino Raúl Brizuela se acercaron a investigar qué era lo que había sobre el árbol añejo.
En ese momento, hacía una recorrida por la zona la patrulla en la que viajaban dos efectivos del Comando Radioeléctrico. Ellos se detuvieron para saber si alguien necesitaba de su ayuda y la luz del vehículo policial les permitió a tío y sobrino observar en detalle a aquel ser que permanecía en la oscuridad.
Sorprendidos por lo que observaban, en medio de la desesperación de la familia y preocupados por un posible peligro, la primera reacción de los dos uniformados fue intentar acabar con el ave. Pero no pudieron: uno de los policías alumbraba la cima del árbol, su compañero le pidió que no moviera la luz para disparar, en ese instante, el arma se trabó. Sin embargo, eso no fue todo. Después, el reflector se apagó repentinamente y no volvió a encender.
Ante la accidentada situación, los efectivos pidieron refuerzos. Fue entonces cuando llegaron dos patrullas más, con personal dispuesto a terminar la tarea.
Esta vez, dos policías dispararon cuatro veces a la criatura alada. Sin embargo, cuando estaban convencidos de que habían dado en el blanco poniendo fin así a la incertidumbre y el terror, ocurrió algo tan inesperado como enigmático: el pájaro desapareció como por arte de magia, sin dejar rastros.
“En ese rato, el aire se sentía un poco más frío. Para nosotros fue una bruja”, sentenció casi convencido el vecino.
Pronto, la extraña historia recorrió la zona y el temor se masificó entre los vecinos de tal modo que, personal de Comisaría 24ta se acercó durante el día a charlar con los protagonistas y sus allegados. Mientras que, para llevar tranquilidad, organizó un patrullaje por la zona durante la madrugada siguiente, con apoyo del Comando Radioeléctrico. Nadie volvió a ver al animal.