Hace apenas 12 meses atrás, el devastador paso de un tal Sampaoli parecía haber derrumbado todo en Argentina. Rusia fue catastrófico para un seleccionado de elite mundial que de pronto se había quedado huérfano de todo. Sin grupo, sin identidad, con más voces que pedían recambio y hasta incluso, cuestionamiento a Messi, había que refundar la Selección. Y claro, ese fierro caliente, lo tomó un ignoto entrenador como Lionel Scaloni. No era fácil. Nadie quería. Ni los técnicos top, ni los de cabotaje. Se la jugaron en AFA y Scaloni empezó. Fue interinato, después titularidad y la Copa América como la gran prueba de fuego. Contener los históricos, armar el recambio, mañosear a Messi. Todo junto y por la gloria. Arrastrando las dos finales perdidas ante Chile, de plus. Fue de menor a mayor el paso por Brasil 2019. Esa es la certeza que deja este tercer puesto de Argentina, tras superar ayer 2-1 a los trasandinos en un partido muy áspero que incluyó la roja a Messi.
Empezó a los tumbos, reaccionó, mejoró y terminó con señales de una identidad que pudo haberlo tenido otra vez en la pelea por el título de no haber mediado el famoso VAR. Argentina fue a buscar una base por donde empezar su reconstrucción y la encontró. Primero y, fundamentalmente, en el grupo. Se terminaron los vedetismos, Messi fue capitán en serio, el resto se acopló y nunca cuestionaron a Scaloni. Eso, mérito del novel entrenador que supo acomodar sus preceptos a la calidad de sus convocados. A la hora de cambiar, de poner y sacar, mostró aprendizaje porque después del yerro inicial con Colombia, se rehizo, volvió sobre sus pasos y contuvo a un grupo que no es fácil de manejar. Ese fue el gran campeonato ganado por Scaloni para Argentina. Volver a ser un equipo.
En lo futbolístico, recién en la parte decisiva de la Copa, Argentina jugó lo que puede intentar jugar. Sin recetas raras, con un modelo clásico, con dos puntas y Messi. Así. Como mostrando lo que esta generación de futbolistas argentinos está en condiciones de generar. Teniendo al mejor de mundo para rodearlo y potenciarlo. Y entre esas certezas, nombres nuevos -los del recambio- hicieron pie como para mirar al futuro. Juan Foyth terminó siendo una de los hallazgos tácticos más notables porque abierto como lateral, terminó sólido, sencillo y efectivo. En el medio, Leandro Paredes pudo demostrar que la camiseta celeste y blanca no le queda grande. Jugando de volante central solo, con toda la cancha de frente, el ex Boca metió su nombre entre los que no pueden salir. Rodrigo De Paul, jugando por la derecha, le dio salida, profundidad y juego a un sector que Argentina sufría. Empezó por izquierda, pero en la derecha encontró su lugar. Otro de los que hizo pie fue Gio Lo Celso que en Rusia 2018 se quedó con las ganas. Arriba, Lautaro Martínez encarnó la renovación ofensiva siendo pieza clave en un momento de dudas que reclamaba reacción inmediata. Así, tal vez apurado por las necesidades, Argentina esbozó señales de identidad futbolística. Un esquema que asomó, que rindió y que puso la renovación en marcha sin que nadie saliera tocado, herido o despreciado. Eso suma. Eso sirve. El resto, es mejorable.
Modelo
Casi por necesidad, Argentina encontró un sistema con línea de cuatro, tres volantes, Messi suelto y dos puntas para poder potenciar todo lo que genera. Un modelo sin misterios, sin fórmulas extrañas y con mucho para generar en posiciones ofensivas.
Recambio
En el necesario y esperado recambio tras Rusia, la Copa América le terminó entregando nombres que son presente y no futuro. Juan Foyth, Leandro Paredes, Marcos Acuña, Gio Lo Celso, Rodrigo De Paul y Lutaro Martínez ya son de selección con todas las letras.
LAS EXPULSIONES
- 2 Son las rojas de Messi en la Selección. La anterior había sido en 2005 ante Hungría en su debut.
- 3 Argentina logró su tercer podio consecutivo en las tres últimas Copas Américas. Fue segundo en Chile 2015 y también en Estados Unidos 2016. Ahora, terminó tercero en Brasil 2019.