En estos días debemos ser muy prudentes con los comentarios porque tienden a prevalecer más las emociones que la racionalidad. El viernes por la mañana y antes de la apertura de operaciones de los mercados financieros, habló el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne y todos tuvimos un deja vu especial. Ante una corrida mucho más grave durante la última etapa del gobierno de Raúl Alfonsín, el por entonces Presidente decidió nombrar a un político, Juan Carlos Pugliese, como ministro de Economía. Había calculado que hacía falta la palabra de una persona hábil con la verba y muy confiable, como lo era uno de los padres de la joven democracia. Lo primero que hizo Pugliese fue hablar al país reclamando solidaridad y amor a la patria, lo hizo de manera emocionante, la elocuencia era su virtud. Al día siguiente, sin obtener resultados sino todo lo contrario, despachó aquella excelente frase: "les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo". No tardó en abandonar el cargo. La primera impresión que dejó la conferencia de prensa del viernes del ministro de Hacienda es que, al contrario de aquella vez, se concentró en explicar técnicamente detalles de cómo seguiría el camino, básicamente hacer todo el revés de la imagen que dejó el pasado 28 de diciembre de 2017 cuando se anunció el abandono de las metas de inflación. Ese día se cometieron dos errores: el primero, dar la idea de que se aflojaban las riendas del plan de reducción del gasto público y el segundo, sentar a la mesa al titular del Banco Central transmitiendo una vez más la imagen de falta de independencia de la autoridad monetaria. Sturzenegger representaba en esa foto la subordinación de sus actos a las necesidades políticas del Ejecutivo. Lo que más se había criticado del gobierno anterior, la existencia de una línea telefónica permanentemente abierta entre el Ejecutivo y el Banco Central. Con ese método la por entonces titular del Central, Mercedes Marcó del Pont, se comió un goteo de nada menos que 25 mil millones de dólares de las reservas, la mitad del total. Al menos por ahora, se puede afirmar que seguirá habiendo equipo económico y que Dujovne no copiará el camino al exilio que transitó Pugliese, cosa que habrá pensado durante la hora que medió entre el fin de su presentación y el inicio de las operaciones a las 11 de la mañana. En términos políticos, ganó el ala dura del gobierno y perdió el equipo de Marcos Peña, mentor del abandono de meta de inflación a fin del año pasado y mentor también de sujetar a necesidades propias al titular del Banco Central. Lo más contundente fue, a nuestro parecer (volvemos a decir que en contra de lo que ocurrió en diciembre pasado), que en lugar de aflojar el gobierno informó estar dispuesto a endurecer las metas de reducción del déficit y sostener las de inflación. La respuesta del mercado fue clara y contundente, ya para el mediodía bajó violentamente el dólar y sin intervención vendedora del Central, es decir, fueron los operadores los que se desprendieron de dólares para volver a posicionarse en pesos. Esto, por supuesto, inducido por una suba también violenta de la tasa de interés de referencia, algo que no es una solución a largo plazo pero que permite retomar la iniciativa y ganar tiempo para enfrentar en otro escenario la pelea de fondo, que será la reforma laboral. La calma podrá ser permanente en el sector financiero si se muestra que se tiene la convicción que solo poseen quienes creen saber lo que están haciendo. Respecto de quienes suelen contraponer los intereses del sector financiero con los del pueblo, sería bueno que entiendan que no existe economía posible sin los bancos y sin que fluya dinero del sector de quienes lo tienen hacia quienes lo necesitan en un acuerdo razonable de tasa de interés. Es la fuente natural de todas las inversiones. Pretender confiscar el dinero de quienes lo tienen por distintos artificios como ofrecer una tasa de interés negativa, por debajo de la inflación, es una conducta que no ha tenido ni tendrá éxito porque, como se ha dicho tantas veces, no hay nada más cobarde que el dinero. La moneda local de un país es la cara del gobierno que la emite o respalda. Cuando la gente comienza a dejarla para tomar otra como reserva de valor, el gobierno de turno está en serios problemas de credibilidad.
Una vez más, son los hechos los que demuestran ciertos principios. Cada vez que se intenta poner a un artículo un valor arbitrario desde alguna oficina, en este caso al dólar que estaba muy subvaluado respecto de la inflación, ese bien termina adquiriendo en algún momento su valor real. La pregunta sobre cuál es el valor real del dólar respecto de nuestro peso, tendrá respuesta cuando su precio se estabilice sin intervenciones, o sea cuando haya una flotación limpia y no sucia. Subir la tasa de interés al 40 por ciento no es bueno, pero peor es vender verdes para que su precio no suba y quedarse sin reservas. Comparando con la inflación ocurrida desde que asumió Macri, el dólar no había subido ni la mitad y su precio real posiblemente nos haya mostrado su techo en esta semana. Los remedios que propone la oposición son peores que la enfermedad, es lo que justifica que, no obstante grandes desaciertos como el de Peña, Macri siga teniendo más del 40 por ciento de apoyo a la gestión. En un reciente partido de fútbol, un defensor había sido superado en velocidad por el atacante y se escuchó gritar al técnico, "pasalo, pasalo, lo tenés que marcar de frente". El gobierno venía marcando de atrás con una serie de devaluaciones pequeñas pero que nunca alcanzaban. En nuestro país el tipo de cambio genera problemas que pasan del mundo financiero al económico para terminar mellando la conducción política e induciendo crisis sociales. No ocurre en otros estados, ni siquiera en los más cercanos que comparten nuestra misma cultura. Por ahora la crisis viene siendo solamente monetaria, no se han afectado la actividad ni el empleo, todo lo contrario, la recaudación de abril no deja dudas respecto del buen nivel de consumo (no se recaudaría más en IVA si así no fuera) y de rentabilidad con ganancias. Si estos valores suben por encima de la inflación es porque las cosas no están tan mal, ahora las cifras son confiables y no mentirosas como lo fueron con el INDEC intervenido por Guillermo Moreno. Pero somos vulnerables, nuestros fundamentos están flojos, tenemos déficit fiscal causa principal de la alta inflación, déficit de balanza comercial y estamos financiando nuestros gastos básicos con plata prestada. Esperemos que el gobierno haya recibido el mensaje de que no tiene margen para la duda. Entre el gradualismo y la seriedad debe prevalecer la seriedad.