Una pregunta durante una conversación fue el disparador y el tema no terminó ahí. Decidieron que había que probar, hacer una experiencia piloto y eso ocurrió el sábado 19 de junio. El resultado fue tan positivo que ahora planean sostener en el tiempo los talleres de pintura inclusivos, para que participen todas las personas.

Franco Balmaceda es uno de los propietarios del espacio cultural La Añada, ubicado en España casi Maipú. Este año, los jueves y viernes a la noche abren las puertas para que las personas interesadas en la pintura pasen un par de horas asesoradas por profesoras.  Uno de los inscriptos fue el neurólogo Fernando Marquez, quien trabaja en la Clínica de neurorehabilitación Los Aromos, lindante al centro cultural.

Marquez entabló una cordial relación con los impulsores del proyecto cultural y en una conversación hizo la pregunta en voz alta: “Si yo puedo disfrutar de todo esto, ¿por qué no pueden hacerlo mis pacientes?”

Franco afirmó que todos se engancharon con el planteo y empezaron a trabajar en una prueba piloto, en la que participaron seis personas internadas en la clínica, que tienen entre 18 y 68 años de edad. Hubo que acondicionar el espacio para que pudieran circular quienes están en silla de redas y Franco reconoció que el primer balance fue más que positivo.

Ese día la sesión comenzó a las 10 de la mañana y estaba previsto que dure aproximadamente dos horas. Algunos de los invitados se quedaron una hora más, de lo que estaban disfrutando. Desde el inicio fue una experiencia diferente, porque en vez de salir como todo sábado de la clínica donde están internados a la casa de un familiar, fueron a realizar otra actividad. Acompañados por sus terapeutas y familiares. La sesión rompió con la rutina, mucho más estricta en tiempos de pandemia.

Sofia Basañes, una de  las profesoras de pintura del espacio, reconoció que ella lo tomó como “un nuevo desafío. Es una nueva forma de recepción interactuar con personas que son minimizadas, por decirlo de alguna manera. Me hace muy bien ser parte de esto, lo comentábamos con la otra profe, Candela Obredor. Reconozco que estaba un poco asustada, pero fue todo maravilloso. Las consignas y adaptación de herramientas y materiales estuvieron bien y pudimos conocer sus historias y relatos. Quienes no se podían expresar verbalmente, igual lo hicieron en el lienzo. Aunque sea ampliar la sensibilización de los sentidos”.

Marquez indicó que cada protagonista se fue con su cuadro y calificó a la experiencia como “conmovedora. Fue un día muy distinto a otros. Verlos pintar por sus propios medios y a otros con asistencia, fue una experiencia muy rica”.

El neurólogo indicó que la experiencia llevó a plantearse otras preguntas, entre las que destacó si esta prueba piloto se puede sostener en el tiempo y que llegue a personas con distinta discapacidad. “En Argentina, cada diez personas mayores a 6 años hay una que padece una discapacidad. Ese 10% significa que en nuestro país hay aproximadamente 3,5 millones de personas en esta situación. Además, en el 25% de los hogares hay al menos una persona con discapacidad. Sin dudas hay mucho por hacer en la integración”, evaluó.

Basañes aseguró que a este proyecto “realmente quiero tomar esto en serio. Y tambi{en es bueno comunicarlo para que otros al menos se entren que hay mucho por hacer y que esto contriburá a vivir en una mejor sociedad”.