La revolución robótica mundial está más cerca de masificarse de lo que se observa ahora como una curiosidad dentro de la automatización que nos rodea. Por ello la humanidad en general y más en los países emergentes- debe prepararse para convivir laboralmente con la inteligencia artificial creada para optimizar líneas de producción o tareas habituales del empleo.
El estudio del Foro Económico Mundial, titulado "El futuro del Trabajo 2018", publicado recientemente en estas páginas, señala que en 2025 más de la mitad de los puestos de trabajo que hoy existen serán reemplazados por máquinas. Concretamente se estima que desde ahora a 2022, es decir dentro de cuatro años, la robotización podría eliminar 75 millones de empleos en naciones desarrolladas y emergentes.
Del análisis de este impacto se deduce que la ola de desempleo no será tal si se buscan formas de reacomodamiento de la fuerza laboral, de manera de cambiar la repercusión negativa por el desarrollo de capacidades humanas que no puedan ser reemplazadas por la inteligencia artificial.
En otras palabras, las máquinas harán las tareas rutinarias de hoy en día, y las nuevas oportunidades de empleo serán para los analistas de datos, desarrolladores de software, especialistas en comercio electrónico, en redes sociales y mercadotecnia. Si los planes educativos giran hacia esta inminente realidad laboral, la ocupación no caerá debido a que la capacidad humana como la creatividad, el pensamiento crítico y la persuasión no son reemplazables por máquinas.
Por eso no habría crisis sociales derivadas del desempleo masivo si el mundo se prepara para los grandes cambios promovidos por la automatización de las empresas en busca de eficiencia y productividad. Urge, entonces, planificar la enseñanza para que los humanos del futuro se centren en la creatividad o la interacción social, dejando a los robots las tareas físicas, repetitivas o de procesado masivo.
El ser humano es mucho más flexible y adaptable al aplicar sus conocimientos, mientras las máquinas solo saben hacer una cosa programada y están muy lejos de poder manejarse sin nuestra participación. Entonces el interrogante es: ¿qué se está haciendo para enfrentar el mundo cibernético del mañana que ya está ante nosotros? La respuesta la tienen las políticas educativas para hacer posible una transformación que no sea traumática y dolorosa para quien quede marginado con mano de obra ociosa por obsoleta.
