
Las grietas y baches son el común denominador de las calles del Gran San Juan. Pero es muy difícil ver al menos, algunos camiones municipales haciendo bacheo con material de calidad, como para que ese arreglo dure un buen tiempo. Todo lo contrario, no se ven haciendo esas tareas que son muy necesarias para un tránsito fluido. Que calles y avenidas tengan buen mantenimiento depende que no haya accidentes viales, en especial con motos y bicicletas. Los conductores de estos vehículos y a veces sus acompañantes suelen ser los más perjudicados ante caídas que pueden costar desde una fractura expuesta hasta la vida misma. Sin embargo, se siguen colocando reductores viales peligrosos, al menos en zonas de Capital, según vecinos, específicamente en calle Brasil y Lavalle, por ejemplo. Los defensores de esta clase de obras suelen decir que "es cuidar la seguridad de la gente". También que "los vecinos lo pidieron por tantos accidentes". Son frases de manual, que a esta altura de la vida son pocos convincentes. El tema es que hace ya unos cinco años que esta metodología se expandió por los departamentos del Gran San Juan. Las consecuencias fueron denuncias públicas y quejas insistentes de los sanjuaninos sobre lo perjudicial que resultaron los llamados "pianitos". Se trata de pequeñas armazones onduladas construidas de hormigón que están a más de 5 centímetros de altura sobre la calle y que no están diseñadas para el fin que se los utiliza en la provincia. Según distintos especialistas, el golpe de los neumáticos sobre estos reductores es de unos 400 kg/cm2, lo que provoca la destrucción del tren delantero de los automóviles como las caídas de conductores que se trasladan en vehículos de dos ruedas. Ante tantas quejas por parte de los ciudadanos, algunos municipios optaron por quitar estos reductores o bien "suavizarlos" con material asfáltico, de tal modo que parezca una especie de pequeña "lomada". Lo que de igual forma perjudican la circulación vehicular. Lo cierto es que ahora se volvió a la carga con este tipo de construcciones que sólo entorpecen el tránsito, destruyen vehículos y provocan más accidentes. Si se pretende cuidar a los conductores y peatones, primero, desde los organismos competentes, deberían prestar atención en el mantenimiento de calles y avenidas, asfaltándolas o en todo caso bachearlas para evitar accidentes. Y, con respecto a los conductores, sin dudas que están las leyes para enfrentarlas en caso de manejar de forma negligente. Debemos aprender a ser responsables de nuestros actos y no esperar que el Estado, en este caso, municipal, se comporte como el "papá", que impida que cada individuo sea consciente de sus derechos y obligaciones.
Por José Correa
DIARIO DE CUYO
