Joe Biden sabe que ninguna región del mundo afecta la vida cotidiana de los estadounidenses como América latina.

 

Hay que felicitar al presidente Joe Biden por haber decidido llevar a cabo la 9º Cumbre de las Américas, la principal reunión a nivel hemisférico. Pero el presidente estadounidense tendrá que trabajar cuesta arriba para evitar que esta cumbre -que tendrá lugar la semana del 6 de junio en Los Ángeles, California- se convierta en un gran fiasco. La Cumbre de las Américas tiene lugar cada tres o cuatro años. Se realizó por primera vez en Miami en 1994, y esta será la segunda vez que se hará en Estados Unidos. Es un evento importante, porque es una de las pocas ocasiones en que los presidentes de Estados Unidos le ponen atención a América latina, aunque sea por unos meses antes de la reunión. Con todo, me preocupa que Biden haya tardado demasiado en calentar los motores de su diplomacia para aprovechar al máximo esta oportunidad de contrarrestar la presencia creciente de China en la región y mejorar las relaciones inter-americanas.

"Joe Biden tendrá que trabajar para evitar que esta cumbre -que tendrá lugar la semana del 6 de junio en Los Ángeles- se convierta en un gran fiasco".

Preparativos lentos 

Los preparativos serios para la cumbre, que deberían haber empezado hace meses, recién comienzan. Varios altos funcionarios de países latinoamericanos me dicen que aún no han sido contactados por Estados Unidos sobre la cumbre. "Ya queda poco tiempo, y va a ser extremadamente difícil tener un proceso de consulta con todas las partes interesadas relevantes", me dijo Michael Shifter, presidente del grupo de expertos Diálogo Interamericano en Washington DC. Para empeorar las cosas, Estados Unidos ni siquiera tiene un embajador ante la Organización de los Estados Americanos. Tradicionalmente, el embajador de Estados Unidos en la OEA es uno de los principales organizadores de estas cumbres en Estados Unidos. El candidato de Biden para embajador en la OEA, Frank Mora, un profesor de la Universidad Internacional de Florida en Miami, fue nominado en julio, pero todavía no ha sido confirmado por el Senado. 

Un clima difícil

A diferencia de la cumbre de 1994 en Miami, cuando Estados Unidos lanzó una propuesta ambiciosa para crear un Área de Libre Comercio de las Américas, esta vez no parece haber propuestas audaces de Washington. Y el clima político en todo el hemisferio difícilmente podría ser peor. La pandemia de covid-19 ha devastado las economías de la región, China se está convirtiendo rápidamente en una potencia económica clave, y en muchos países de la región hay dictaduras antiestadounidenses o gobiernos de izquierda que ven con recelo a Washington. 

Biden todavía podría convertir a la cumbre en un éxito, ya sea en materia de comercio, empleo, inmigración, medio ambiente o lucha contra el narcotráfico. Ninguna región del mundo afecta la vida cotidiana de los estadounidenses como América latina. Biden debería nombrar a un funcionario de alto nivel para que se haga cargo de la cumbre. Y debería exigirle propuestas concretas para combatir la pandemia de covid-19 en el hemisferio, redirigir las cadenas de suministro de algunas empresas multinacionales de China a América latina y aumentar los intercambios tecnológicos, culturales y estudiantiles con la región. Pero para hacer todo eso, Biden tiene que moverse rápido. Faltan pocos meses para la cumbre, y hay pocas señales de que Washington se haya puesto las pilas para la ocasión, que se da sólo una vez cada varios años. 

 

 

 

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Joe Biden sabe que ninguna región del mundo afecta la vida cotidiana de los estadounidenses como América latina.