Pionera. Alejandra Ávila organizó una charla sobre la niñez trans en la provincia y será el 10 de noviembre.

Sabe que el camino que le queda por recorrer no será más fácil que el que ya transitó. Pero está segura que contando la historia de sus hijas puede aportar un grano de arena para ayudar a otros papás. Es por eso que Alejandra Ávila decidió organizar una charla para tratar el tema de la niñez trans. Esto porque tiene dos hijas trans de 10 años. Fueron los primeros menores de edad en la provincia en obtener el DNI con cambio de género.

"A los seis años mi hija me dijo que era una nena. Me quedé angustiada. Pero decidí acompañarla", contó Alejandra, mamá de trillizos de 10 años que nacieron con genitales masculinos. Dos de ellos comenzaron a manifestar comportamientos femeninos a partir de los 2 años.

Ella prefiere no decir cómo se llaman sus hijas para preservar su identidad ya que tienen una larga historia de discriminación porque son trans (esta palabra se usa para designar a personas transgéneros, que es cuando sienten una disonancia entre el sexo que se le asignó al nacer y su identidad de género, y a las personas transexuales, que son quienes concluyeron la transición al género deseado, es decir que se sometieron a la cirugía de resignación genital). 

"A los 2 años me di cuenta que no eran como su hermano. Se ponían pañuelos en la cabeza para imitar el pelo largo. Le sacaban la ropa a su hermana mayor o usaban la mía. Les atraían los juguetes de nena. Sentían una decepción muy grande si les regalaban un autito. Eran muy femeninas. Tanto así que el otro trillizo me dijo un día que eran mujeres", dijo Alejandra, quien agregó que en un primer momento pensó que iba a tener dos hijos gays. Luego se dio cuenta que la situación tenía que ver con que se identificaban con el género femenino.

Esta mamá sólo busca que todos sus hijos sufran lo menos posible. Pero sabe que el camino no es sencillo y saca fortaleza diaria para acompañar la transición de dos de ellos. "Fue duro ver cómo una de mis hijas se autoagredía por no aceptar lo que era su cuerpo. Luego vino la discriminación en la escuela", contó. Todavía no terminaban el primer grado cuando los directivos de la escuela sugirieron cambiarlas de establecimiento para evitar la discriminación. Incluso ellos hicieron los trámites de pase a otra institución. "Me dijeron que ellos no podían hacerse cargo y que tenían que ir a una escuela con menos niños", agregó.

Alejandra recordó el primer informe de jardín de infantes que decía que "los chicos" jugaban sólo con nenas y a las "casitas". "Los docentes nunca me dijeron nada. Para esa época yo sabía que algo pasaba y empecé a leer sobre el tema. Entonces descubrí a Gabriela Mansilla, presidenta de la Asociación Civil Infancias Libres", dijo la mamá.

El primer psiquiatra al que consultó le dijo que en San Juan no había niños trans y que tenían "ese problema de conducta" porque habían vivido en Buenos Aires. "Cuando empezaron con la transición para ser mujeres conseguí una psicóloga que me dijo que jamás había atendido a niños trans pero que estaba dispuesta a aprender", dijo.

A su marido le costó un poco más la situación. Sin embargo la acompaña en esta lucha por mejorar la calidad de vida de todos sus hijos. Un día, la primera que hizo la transición, le dijo: "Papi, yo soy una nena". Entonces él le respondió: "Yo te amo así". "Transición es el proceso que atraviesan los chicos desde que comienzan el cambio de un género a otro hasta que lo concluyen, es decir, que tienen el aspecto físico del género con el que se identifican. Una de mis hijas hizo el quiebre a los 6, la otra a los 9", dijo la mujer.

Este proceso no fue fácil para nadie. Mientras que las nenas eran discriminadas en la escuela o por sus vecinos, los papás siguieron buscando profesionales para asesorarse. 

Hoy las niñas trans poseen el DNI con sus nombres de mujer que ellas mismas eligieron. Incluso figuran en el Ministerio de Educación con estas nuevas identidades. A una se lo dieron a los 7 y a la otra, a los 9. El trámite para obtener el cambio de género y un nuevo documento es el mismo que el de un adulto, pero el menor de edad tiene que ir con sus padres", dijo Alejandra, que agregó que la llegada de los DNI fue el momento más feliz para la familia. 

Pero la lucha no se termina. Alejandra le teme a la adolescencia y lo que esta traerá aparejada. "Se vienen endocrinólogos y las crisis propias de la edad. Eso me angustia mucho, porque hablo con mamás de otros puntos del país que tienen hijos adolescentes trans", contó la mamá. Por ahora, la cirugía para la reasignación genital no está entre las prioridades de esta familia. Aunque Alejandra contó que una de las niñas está más ansiosa respecto a este tema porque dijo que no quiere tener genitales de varón.