
Los métodos educativos han sido siempre motivo de discusiones que han generado partidarios y opositores de cómo se debe educar. La Dra en Filosofía y Letras Ana Bolzone, en una entrevista reciente acerca del estado actual de la educación argentina, muestra crudamente lo que está sucediendo en nuestro país. No sólo afirma que los niños y jóvenes suelen salir de la primaria y del secundario sin saber leer ni escribir, sino que señala, por las experiencias realizadas por ella, que en sólo cuatro meses se puede aprender a leer y escribir correctamente en primer grado.
En mi experiencia como profesor universitario de Primer Año, en más una oportunidad me sorprendieron las faltas elementales de conocimientos básicos y ortografía. Recuerdo a un alumno que escribió en el pizarrón la palabra "onbre" (hombre). Lamentablemente, he visto a profesionales de distintas disciplinas con esas dificultades.
"Si los chicos no aprenden es porque se ha instalado en los Ministerios una línea ideológica que prohíbe la enseñanza sistemática de la lectura y la escritura". (Dra Ana Bolzone).
DOS SISTEMAS
Los especialistas afirman que en Educación hay una clara oposición entre dos sistemas. Uno que, según Bolzone, se aplica en nuestro país desde hace dos décadas y que habría fracasado rotundamente. Es el compuesto por el Lenguaje Integral y la Psicogénesis. Por el otro, a lo que adhiere firmemente la autora, los procesos de lectura y escritura propuestos por la Psicología Cognitiva y las Neurociencias.
No es para nada un tema fácil y mucho menos que haya un solo sistema en el que diferentes autores se hayan puesto de acuerdo.
Bolzone nos dice algo más grave todavía, por lo que la cito textualmente: "Si los chicos no aprenden es porque se ha instalado en los Ministerios una línea ideológica que prohíbe la enseñanza sistemática de la lectura y la escritura".
Mi impresión es que queriéndolo o no, ha entrado en la política partidaria. Sin embargo, si esto fuese cierto, ¿quiénes egresarían en estas condiciones? Alumnos que no reúnen las condiciones mínimas para ser útiles en la sociedad. Descartables.
Y Liana Pividori coincide con ella diciendo: "Estamos viviendo un comunismo educativo: todos iguales en pobreza de aprendizaje y oportunidades".
Un hecho positivo, dice Ana Bolzone, que después de décadas de prédica suya, un gobierno, el de Mendoza, ha decidido aplicar este año su teoría educativa. Sería interesante conocer sus resultados finales.
Mi experiencia me indica que no hay métodos malos y buenos. Que hay docentes con mentalidades ágiles y versátiles que asumen posición ante la educación, adoptan valores y los aplican adaptándose a las circunstancias cambiantes, y otros docentes que siguen las modas de los modelos educativos. Pero estoy tratando de ser objetivo en este artículo.
EL FUTURO
¿Y en cuánto al futuro? Plantear profecías para el futuro es arriesgado, y mucho más en las circunstancias actuales. No tenemos idea de qué va a suceder mañana mismo en todos los factores internos y externos que influyen en la Educación.
En esas condiciones me remito a un trabajo realizado por el filósofo Edgar Morin, escrito por encargo de la UNESCO en el año 2000. Se titula "Los siete saberes necesarios para la educación del futuro".
Como buen filósofo, Morin se aleja del ojo de la tormenta y expone una teoría totalmente diferente de las metodologías que conocemos, en la que afirma taxativamente que es necesario un cambio total en el pensamiento y en la acción para lograr un cambio real y duradero en el futuro de la educación porque "navegamos en un océano de incertidumbres entre archipiélagos de certezas".
Sus Siete Saberes se titulan: 1) Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión. 2) Los principios de un conocimiento pertinente. 3) Enseñar la condición humana. 4) Enseñar la identidad terrenal. 5) Enfrentar las incertidumbres. 6) Enseñar la comprensión. 7) La ética del género humano. Reconozco que tienen una cierta complejidad.
Me pregunto en qué futuro pensaba Morin cuando escribió este libro con saberes necesarios para el siglo XXI porque han transcurrido más de 20 años y su teoría está lejos de difundirse y de aplicarse. De todos modos, de acuerdo o en desacuerdo con ella, esta visión no sólo es distinta sino también una interesante propuesta para la reflexión, teniendo en cuenta la esencia de su pensamiento. Por su parte, Howard Gardner habla de "Las cinco mentes del futuro", pero ese es otro tema.
Al margen de los entendidos en Pedagogía, hay aquí un juez irrefutable, que es la opinión de los jóvenes. Basta hablar con ellos para comprobar que están totalmente de acuerdo en que hay una diferencia abismal entre lo que se enseña y lo que se necesita aprender.
Finalmente, si los pedagogos críticos de la educación actual y los estudiantes tuvieran razón, haría falta un cambio estructural en la educación argentina. Seamos optimistas y pensemos que todo mejorará.
Por David Schabelman
Arquitecto – Especialista
en Docencia Universitaria
