
Cada 21 de septiembre, le damos la bienvenida a la estación de las flores, de la renovación. Es el tiempo cuando la naturaleza nos dice que todavía va a pelear para poder mantener la vida en el planeta. Como una gran paleta de colores, la estación primavera involucra a la juventud, que es la esperanza, porque son ellos la continuidad de la vida. En ellos reposa nuestra fe para que, con ayuda de los adultos decentes, honestos y prudentes, saquen a nuestro país adelante, a tierra firme y no a seguir naufragando en la frustración de los rencores y arcaicas ideologías de antaño que sólo querían el poder para someter al pueblo.
En este triste presente es una constante ver a jóvenes tristes sumergidos en un mundo en donde los adultos sólo piensan en ellos y su bienestar, dejando de lado al futuro con soluciones sin futuro empobreciendo la continuidad y envejeciendo a la juventud.
Pasaron esos días de la juventud en que quizás no supimos disfrutarlo de la manera más sabia. Esa juventud de la nueva fuerza, del estudiante hoy está debatiéndose en épocas de pandemia en donde lucha para no dejarse robar su libertad de desarrollarse, de estudiar, trabajar y formar una familia.
Dice la historia que alguna vez, en nuestro país en general y en San Juan en particular, habían muchos jóvenes y menos eran los estudiantes. Al ver unas fotos rescatadas del arcón de los recuerdos, miraba como la juventud festejaba la llegada de la primavera, allá por los años 40. Miro un grupo de jóvenes de la AJAC, (Asociación de Jóvenes de la Acción Católica), y en una finca del Mogote, de la familia Garcés, daban rienda suelta a una alegría de esperar el 21 de septiembre.
Eran otros tiempos, pero igual, las chicas de guardapolvos y los muchachos de riguroso sport. Se respetaban hasta las vestimentas que envolvían la inocencia de ser jóvenes. Me pregunto si estos jóvenes habrían conocido la palabra "planeros", obviamente que no, ni el diccionario la conoce.
Se ha transformado la palabra juventud, o primavera, o día del estudiante con un "oficio" que no existe, con un futuro inexistente y una espera de migajas. No obstante, desde ahí y hasta la próxima primavera, los árboles serán anuncio de flores, perfumes y renovación a lo nuevo, o a lo que existía pero renovadas esperanzas.
Por Leopoldo Mazuelos Corts
DNI 5.543.908
Foto: José Mazuelos F.
