Luego que Irán bombardeara con misiles de precisión de corto alcance una base militar y un aeropuerto en Irak donde había fuerzas estadounidenses sin dejar víctimas ni grandes destrozos, el máximo líder iraní, el ayatollah Alí Jamenei, aclaró que fue solo "una cachetada" y adelantó que la verdadera represalia tendrá un objetivo más estratégico. El mensaje que envió Irán fue doble. Por un lado, puertas afuera, le dio el pie al gobierno estadounidense para distender la situación y, por otro lado, puertas adentro, prometió que la represalia real estará al nivel del rol que cumplió Qasem Soleimani: regional y con un objetivo estratégico.
Desde que EEUU mató al comandante militar iraní más influyente en la política exterior iraní, la escalada militar y verbal fue tan vertiginosa que EEUU no pudo contener a sus aliados y esta semana varios miembros de la OTAN comenzaron a retirar sus tropas de Irak por miedo a quedar en medio del fuego cruzado entre Washington y Teherán. Pese que potencias regionales y hasta algunos dirigentes estadounidenses reconocieron el asesinato de un comandante militar como un acto de guerra, la teocracia iraní demostró, una vez más, que es un Estado pragmático que, como sostiene la teoría política clásica, busca tanto expandir su poder como su supervivencia. En septiembre, en el ataque contra dos refinerías de Arabia Saudita desde Yemen, Irán demostró que tiene misiles crucero y la voluntad de ponerlos en manos de sus socios en la región para golpear tanto a EEUU" como sus aliados en la región. Sin embargo, ahora usó misiles de corto alcance para limitar el ataque al país en el que todos esperaban que golpeara, no utilizó a ninguno de sus aliados regionales y, pese a utilizar armamento de precisión, prácticamente no causo daños graves. La decisión fue tan deliberada que el propio Jamenei la dejó plasmada en su discurso televisado de hoy: "Anoche les dimos una cachetada en la cara’.