Ayer, 30 de septiembre, se cumplieron 104 años de la extraña muerte de Rudolf Diesel. Era un gran inventor, cuya biografía es poco conocida. Dejó importantes inventos que cambiaron la tecnología en el mundo. Hijo de padre y madre de origen alemán, Rudolf Christian Karl Diesel nace en París, el 18 de marzo de 1858. Allí vivió hasta cumplir sus 12 años. Tras el estallido de la Guerra Franco-Prusiana, su familia se trasladó a Alemania, donde ingresó al "Real Politécnico Bávaro", de Múnich. Allí se gradúa como ingeniero con las más altas calificaciones.

En aquella época, las economías industrializadas usaban motores a vapor para mover sus trenes y fábricas. Pero para entonces, el transporte urbano dependía exclusivamente caballo. En otoño de 1872, una epidemia de gripe equina paralizó las principales ciudades de Estados Unidos. Se estimaba que una ciudad de medio millón de personas podía tener unos 100.000 caballos, cada uno cubriendo las calles con sus 15 kilos de excremento y 4 litros de orina al día. Por esta razón crear un motor que pudiera reemplazar al equino, sería una bendición.

El motor de vapor era un gran candidato. Otra era el motor de combustión interna, cuyas primeras versiones utilizaban gasolina y gas. En 1890, trabajando en Berlín concibió la genial idea que se materializaría en el motor que lleva su nombre. Dos años más tarde obtiene la patente alemana de su invento. Logra entonces una eficiencia del 25%, hoy ampliamente superada por modernas tecnologías y el uso de nuevos combustibles como el biodiesel.

Trabajando en la compañía MAN, del grupo Krupp, construye el primer motor del mundo que quemaba aceite vegetal. Por la alta eficiencia de sus motores, unida a un diseño relativamente sencillo, el Instituto de Ingenieros Mecánicos galardona a Diesel con la Gran Orden del Mérito. Su extraordinario invento se tradujo rápidamente en un gran éxito comercial.

No obstante con el tiempo sus finanzas no le fueron tan favorables. En uno de estos momentos críticos por cuestiones profesionales, el 29 de septiembre de 1913, Rudolf Diesel se embarca rumbo a Inglaterra en el famoso barco SS Dresden (curiosamente hundido años después por un torpedo alemán). Crónicas de la época cuentan que antes de partir había recogido todo el dinero en efectivo que pudo. Se lo entrega a su esposa, con instrucciones de no abrirlo antes de que pasara una semana. Fue durante este viaje fatídico donde se produce la extraña desaparición de Diesel. Alrededor de las 22 horas, se retira a su camarote. Pero no fue visto de nuevo con vida. Un par de días después, un bote de la guardia costera encontró su cuerpo. Como era común en aquel entonces, sólo se tomaron sus pertenencias y el cuerpo fue arrojado de nuevo al mar.

Existe la hipótesis de que agentes alemanes lo asesinaran para evitar la difusión de sus inventos, que ya tenían aplicación en la motorización de barcos de guerra y submarinos. Sea como fuere, aunque al igual que Mozart, sus restos mortales desaparecieron para siempre, grandes hombres como ellos, tanto en el arte de la música como en la tecnología, dejaron para la posteridad, imborrables obras que atesora nuestra cultura occidental.