La localidad jachallera de Mogna epicentro de la gran manifestación de fe.

La festividad en honor a Santa Bárbara, celebrada a comienzos de diciembre, es una de las más notorias del noroeste argentino. En cada provincia se prepara de acuerdo a sus propias particularidades culturales. En Santiago del Estero, por ejemplo, luego de la misa, se saca a la "protectora de las tormentas" en andas, encargándose personas apropiadas para esta tarea llamados síndicos. La popular peregrinación se realiza acompañada de un ruidoso tronar de cohetes, a lo que se suele agregar cantos de chacareras y vidalas. Igualmente en la provincia de Salta los paisanos tienen un especial fervor por Santa Bárbara. La veneración a ella se caracteriza por un profundo respeto, entonándose antiguas coplas de contenido rogativo.

En San Juan, como sabemos, existen numerosos templos erigidos en su honor, como los instituidos en los departamentos Pocito, Angaco y Albardón. Algunos de ellos surgieron "vía laica" es decir que los mismos creyentes instituyeron su culto, otros germinaron por iniciativa eclesiástica. Como sabemos la fiesta más representativa en nuestra provincia, es la realizada en la localidad jachallera de Mogna, la cual año a año congrega a miles de peregrinos, siendo una de las festividades astros de San Juan. Tal culto también constituye una peregrinación. La popular celebración culmina el 4 de diciembre, esta es la "grande", ya que en el mes de mayo se realiza otra, "la chica". Es común oír decir a los creyentes en Santa Bárbara que "en la fiesta grande se pide y en la chica se agradece".

Según la tradición la veneración en este agreste paisaje, nació cuando una tropa de mulas transitaba por esta travesía, cargando una imagen de Santa Bárbara. Como en otras historias similares, la porfía de uno de los animales a seguir avanzando fue interpretada como una señal del cielo y de esta manera se originó el culto.

La gente que asiste a solicitarle "favores" a Santa Bárbara se acerca creyentemente a su imagen, se inclina y reza ante ella, solicitándole un angustioso pedido, "humanizando", su imagen de bulto. De la misma manera es la ocasión para practicar algunos preceptos dogmáticos, como asistir a misa, cumplir con los sacramentos y novena, caminar y vivar a la santa en la procesión; aunque todos estos ritos sagrados son acompañados por otros más, algunos de los cuales están fuera de la ortodoxia eclesiástica. En ocasiones se invocan rogativas informales o se lleva agua bendita para luego ser utilizada en sanaciones.

Como ya dijimos en otros escritos, la celebración es además, un hecho social por excelencia, donde los promesantes abandonan su rutina diaria, consagrándose no sólo a lo sagrado, sino también a lo recreativo. La festividad en su conjunto nos permite observar variados aspectos de la cultura local, e incluso regional. En la ocasión el hombre canta, baila, bebe y come comidas típicas que se venden en los tradicionales puestos; también los promesantes tratan de mostrarse en su mejor condición en cuanto a la indumentaria se refiere. Igualmente se advierten las relaciones interpersonales que se concretan, todas ellas caracterizadas por la reciprocidad social.

Por Edmundo Jorge Delgado – Magíster en Historia.