Un centenar de expertos de distintas disciplinas -especialmente juristas, médicos, psicólogos, sociólogos y filósofos- y de 75 nacionalidades distintas, reunidos en los últimos días en Casablanca, firmaron una Declaración en la que piden la prohibición mundial de la gestación subrogada y animan a los Estados a iniciar un proceso que conduzca a la adopción de una convención internacional vinculante para todos aquellos que la ratifiquen, como fue la que se animó a realizar contra el uso de minas antipersonal en los conflictos, por ejemplo.

La Declaración surge de una discusión entre expertos de diferentes religiones, culturas y orígenes: la conclusión a la que han llegado es que la dimensión global del negocio de la gestación subrogada requiere ahora una respuesta internacional y que la única forma de proteger a las mujeres y los niños de la creciente demanda, es que sean los estados que trabajen juntos hacia la abolición, allí donde se permita o tolere la práctica de la subrogación. "Convencidos de que el contrato por el cual una o más partes contratantes acuerdan con una mujer que tendrá uno o más hijos y luego los dará a luz al nacer viola la dignidad humana y contribuye a la mercantilización de mujeres y niños, hacemos un llamado a los Estados a condenar la gestación subrogada en todas sus formas y modalidades, retribuidas o no, y tomar medidas para combatir esta práctica".

¿Qué medidas? Alguna son: prohibir a las personas físicas o jurídicas que se propongan como intermediarias entre las madres subrogadas y los futuros padres, poner trabas a quienes recurran a la gestación subrogada dentro o fuera de su propio territorio, forjar una ley para la adopción de un instrumento jurídico internacional que conduzca a la abolición universal de la subrogación. 

Cabe recordar que solo 20 de 212 países en el mundo han legalizado el embarazo para otras personas de diversas formas: Australia, cuatro estados de EEUU, Reino Unido, Canadá, Bielorrusia, Rusia, Ucrania, Kazajistán, Georgia, India, Israel , México, Nepal, Tailandia, Guatemala, Chipre, Grecia, Bélgica, República Checa e Islandia. 

La Declaración de Casablanca para la prohibición de la subrogación parte de la idea de que la práctica es "intrínsecamente contraria a la dignidad humana y los derechos humanos". La idea es que no se puede desdoblar la maternidad (gestante y biológica) incluso por los múltiples conflictos psicológicos que esto acarrea. 

No se descarta aquí por motivos económicos, la explotación de las mujeres del Tercer Mundo. En su discurso, Ángela Gandra, exsecretaria de Estado de Brasil, dejó claro que "un niño debe ser generado, no producido". En África se han registrado casos de tráfico de bebés nacidos de la gestación para otros. La psicóloga belga Anne Schaub subrayó cómo puede darse "la herida del abandono". "El niño -dijo- no tiene la posibilidad de elegir si se queda con la mujer que lo lleva". 

Incluso ha habido batallas legales cuando al momento de dar el niño a la madre biológica, la gestante se ha apegado a la creatura que lleva 9 meses en su vientre y no lo quiere entregar. No hay nada que hacer: la naturaleza reclama.

Fecundación asistida 

Ya se utiliza en la Argentina Embryoscope, un incubador con inteligencia artificial que analiza y preselecciona los embriones antes de ser implantados de la fecundación. El primer embarazo con esta técnica en el país se conoció en junio pasado: una mujer de 38 años que actualmente cursa el quinto mes de gestación.

Esta tecnología es una aliada en los tratamientos de fertilidad de alta complejidad, ya que permite estandarizar resultados, y predecir estadísticamente con más exactitud cuál es el mejor embrión para transferir.

 ¿Madre o abuela?

Los medios periodísticos se han ocupado en estos días de la decisión de la actriz española Ana Obregón, de 68 años, de convertirse en madre legal de su nieta biológica. La niña fue fruto de la inseminación de un vientre alquilado con el esperma congelado de su hijo Aless Lequio, fallecido hace tres años de cáncer, quien había optado por congelar semen en Estados Unidos para asegurarse su descendencia. Con el material genético, la actriz recurrió a un vientre de alquiler en ese país de una mujer cubana. Madre de dos hijos propios, la donante no tenía pretensión alguna sobre la niña. Al nacer, la actriz -abuela de la beba- la inscribió como su hija bajo el nombre de Ana Sandra Lequio Obregón. Lo hizo cuando la niña en realidad es su nieta.