Señor director:
No hay sensación mas desagradable que darse de cuenta de que el vehículo que uno ha dejado estacionado en una de las calles céntricas de la ciudad, para hacer un trámite o efectuar una compra, ha desaparecido producto del accionar de la grúa municipal, que se lo ha llevado al depósito de unidades radiadas. Las causas pueden ser varias, pero ninguna de ellas debe ser motivo, al menos en estos últimos días del año, en vísperas de las fiestas, del secuestro del automotor, que es una propiedad privada al que la familia le otorga un valor muy particular, especialmente cuando lo usa como medio de transporte para llegar a lugares de difícil acceso si se utilizan otros medios de transportes. Siempre existe la alternativa de que un operario de Eco o un inspector municipal advierta sobre la imposibilidad de estacionar en un determinado lugar o durante un tiempo establecido, antes de que la grúa municipal entre en acción con sus fines netamente recaudatorios. En momentos en que, económicamente, no son fáciles para nadie, el pago de una onerosa multa, más el adicional que se cobra por la permanencia de la movilidad en el depósito de vehículos radiados, es motivo de una gran complicación que las autoridades correspondientes deberían considerar. Que la grúa se lleve un vehículo, por una mínima infracción que puede estar dada por no haber renovado a tiempo el permiso de estacionamiento o por estar levemente mal ubicado en relación a los espacios asignados, no deja de ser un avasallamiento a la libertad de circular y demuestra una total falta de tolerancia para con los ciudadanos. Dejemos que la gente se mueva sin el acoso que implica la grúa municipal, que por estos días debería tener menos participación en una ciudad en que se necesita andar más libre, sin el temor de que le lleven el vehículo en cada oportunidad. El ingeniero "Bombita" protagonizado por el actor Ricardo Darín, en la película "Relatos Salvajes” conoce muy bien de lo que estamos hablando y de la ira que estas acciones pueden provocar.
