Por Fabio Cavaliere
Enviado especial
Franceses agitando banderas, saltando con gorros de gallos, tomando cerveza y sacándose fotos con la cara pintada de sus colores patrios. Celebraban ganar un mundial tras 20 años y se cruzaban con sus vencidos, los croatas, que también festejaban, el subcampeonato histórico para su país. Ni que hablar de los rusos que se despiden como anfitriones con mucho bullicio, pero también están los brasileños, peruanos, argentinos, mexicanos, japoneses, en su gran mayoría, que cantan por todos y se unen a la fiesta final que deja Rusia.
La falta de efervescencia de los hinchas "bleu" a la hora de alcanzar el título se compensó con la del fan mundialista, ese que le pone condimento al ambiente y hace que ese clima sea inigualable. Porque más allá de la satisfacción de quienes llegaron donde todos querían estar, la alegría se palpaba entre todos, visitantes y locales.
Así, tanto en el Fan Fest, en el subte, en los bares o en las calles céntricas de Moscú, en todos lados se escuchaban cánticos, bocinazos, cornetas, se agitaban banderas (algunos de países que ni siquiera participaron, como Etiopía). La plazoleta del teatro Bolshói y la cercana peatonal, conocida como la "Calle de las luces", fueron los epicentros mayores donde se vivió esta especie de fiesta de clausura callejera tras la final que consagró a Francia, aunque la algarabía fue de todos los hinchas acá aún presentes.
Es la camaradería que brinda esta competencia única, donde los franceses viajan en el subte sentados junto a los croatas tras salir del estadio Luznhiki, y lejos de algún altercado, ríen, cantan y se mezclan en abrazos con coreanos o africanos. No se percibe burla, algo impensado en nuestros lares, sino que hay una cofraternidad cuasi sagrada del fútbol en su estado puro.
Por eso, se felicitaba a los franceses y también a los croatas, pero también se cantaba el "rassiiiiaá" (lejos el más escuchado por rusos y ajenos) y se vivaba con el nombre del país o algún futbolista estrella al simpatizante que se cruzaba. Ahí era que el nombre de "Messi" y luego "Maradona" se disparaba automáticamente cuando se veía a un argentino.
Cada "ruta" que seguía alguien enfundado con alguna vestimenta distintiva era "frenado" para sacarse fotos, con otros simpatizantes de cualquier país y también por ciudadanos rusos, que al parecer extrañarán mucho a los huéspedes.
Así, con esa camaradería multicultural que brinda el fútbol, surgió esta despedida festiva.