El 18 de julio de 1994, Jorge Antúnez tenía 18 años. El joven nacido en Angaco vivía junto a su hermana y su cuñado en Buenos Aires desde hacía 2 años y trabajaba de mozo en un café ubicado muy cerca de la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina.

 

Justo a las 9,53 de ese día, cuando un coche bomba hizo explotar el edificio, Jorgito (como lo llamaban sus conocidos), estaba allí. Ocho días después encontraron su cuerpo entre los escombros. Su recuerdo, a 24 años de aquel ataque terrorista, el más importante ocurrido en el país, en el que murieron además otras 84 personas.