Domingo Faustino Sarmiento fue un férreo defensor de los árboles y las actividades agrícolas. Dejó su legado para que los sanjuaninos lo continúen a rajatabla. Es fundamental reforestar la provincia con el fin de mejorar la calidad de vida.
 

Día tras día, semana tras semana, leo con estupor las noticias sobre las talas arboricidas. Es que la flora debe considerarse y valorarse como un don precioso que la naturaleza ha brindado a nuestra querida provincia de San Juan, y más al presente, por la falta de agua que sufre. Últimamente los cortes están sucediendo en el departamento de Iglesia, y si nos retrotraemos encontraremos otras tantas podas desacertadas, en diferentes puntos, cuyo fundamento es un malentendido "progreso". 

Resulta paradójico que esto suceda en la provincia donde nació el más férreo defensor de los árboles y las actividades agrícolas: Domingo Faustino Sarmiento, figura que parece que no ha sido estudiada en toda su dimensión. 

 

  • Defensa del árbol y actividad agrícola

El Maestro de América, tanto como gobernador, presidente, senador y en cuanta función estuvo defendió al árbol: ¡planten arboles! decía con vehemencia. 

Su visión se basaba en esa mirada etnográfica que tenía, y en sus acabados conocimientos de la flora y la fauna, de la agricultura, del clima del río y de la inhóspita travesía de su tierra.

Los conocimientos que poseía sobre la flora, y consecuentemente de las actividades de la tierra, se advierten en el extenso discurso que pronunció en ocasión de la inauguración de la "Quinta Normal de San Juan" en 1862; a quien definió como: "La apertura del primer surco, que de estas pampas estériles hará el primer plantel teórico-práctico de la ciencia que hoy honran todos los pueblos civilizados, la agricultura, la cultura de la tierra…".

 

  • Una lección de agronomía

En este discurso, que es una verdadera lección de agronomía, notamos los inconvenientes acerca de los árboles, que sufría San Juan en aquella segunda mitad del siglo XIX, como también una suerte de historial de la flora, su uso y las posibles soluciones. "Algo más que plantar árboles hacemos hoy.

Completamos una obra que viene efectuándose hace tres siglos, introduciendo nuevas plantas, exóticas hoy, como lo eran en estas tierras entonces las que sirven a nuestras necesidades(…). La vid, el olivo, el naranjo, la higuera, el ciprés (…) formaron parte desde tiempo inmemorial la agricultura de los pueblos vecinos del Mediterráneo, cuyo clima es propicio a su cultivo; pero asombra el número de flores, de árboles y plantas leguminosas que nos llegan con nombres arábigos (…). Citaré los que recuerdo: alelí, azucena, alucema, azahar, albahaca (…) alcachofa, alcaucil, alcaparra (…). La América ha añadido al cultivo, el zapallo, las papas, el camote, las patatas dulces, el maíz, los porotos, el maní y algunas otras preciosas adquisiciones más".

 

  • Las críticas del Maestro de América

En cuanto a las críticas, Sarmiento expresa: "… Los cipreses han sido introducidos en San Juan en época comparativamente reciente. No se encuentra su madera en edificio antiguo alguno, y todos los existentes hoy son de una misma época. (…) Cinco o seis pinos, cuando más, han hermoseado el paisaje de San Juan en una misma época; y hoy no existe ninguno de los colosales que duraron hasta ahora treinta años, porque el pino y el ciprés viven siglos si no son abatidos (…). Hemos perdido, pues, el algarrobo, y no tenemos pinos ni cipreses, ni aún sauces indígenas".

 

  • Educación, la base del progreso y bienestar

Y ya finalizando sus palabras Sarmiento apunta, explícita e implícitamente que es la educación el medio para enfrentar estas calamidades, educación que se volcará en la prestigiosa "Quinta Normal de San Juan". Retomando el presente, advertimos que la solución al problema pasa infaliblemente por las escuelas o las aulas: educación o cultura arbórea.

 

Por Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magister en Historia