Julio cerró con una suba en el costo de vida en torno al 2%, de acuerdo a las estimaciones de los analistas privados, y de esta manera ya suman cuatro los meses consecutivos con una inflación relativamente tranquila, al menos para los parámetros argentinos. Sin embargo, los propios economistas que dan cuenta de esta desaceleración del ritmo de los aumentos también alertan sobre algunas señales de peligro en materia de inflación.

Si bien el dato oficial se hará público dentro de doce días, ya se conocieron la mayoría de las estimaciones privadas que dan cuenta de que julio cerró con una suba de entre 1,5 y 2,1% en el costo de vida. Y a esta altura parece claro que la cuarentena y el derrumbe de la economía resultaron una política más eficaz que las metas de inflación, el ajuste monetario o los controles de precios, aunque con un costo social inédito.

"La cuarentena está resultando ser la política antinflacionaria y eso no es lo más saludable. Se está dando algo parecido a lo que ocurrió en 2001 2002 con una deflación en los salarios que funciona como la principal ancla para los precios. De a poco se va consolidando la idea que que la cuarentena llevó a la inflación en torno al 40% anual pese a la emisión monetaria récord, e incluso con cierto sesgo a la baja, y así como abril y mayo estuvieron en torno al 1,5% de inflación mensual, en junio y julio se ubicó en torno al 2%", explicó Lorenzo Sigaut Gravina, director de la consultora Ecolatina.

"Nuestra medición nos está dando una inflación para julio del 2 o 2,1%, en línea con lo que pasó en junio. Pero con una primera parte del mes con precios muy anestesiados y una segunda quincena en la que los aumentos repuntaron, lo que deja un arrastre estadístico para agosto", señaló Martín Vauthier, director del estudio EcoGo.

El economista destaca que los números siguen estando claramente por debajo de los índices prepandemia, pero a la vez precisa que dentro de esta relativa tranquilidad se pueden distinguir comportamientos muy diferentes en materia de aumentos. "Por un lado tenemos las tarifas congeladas, los precios bajos acuerdos como los Precios Máximos y los servicios y bienes que no tienen oferta como viajes, cines o gimnasios, donde no hay subas o están muy contenidas. Pero el restante 40% del índice de inflación son los precios libres, como bienes durables, indumentaria y los alimentos que están fuera de los acuerdos, que vienen creciendo a una tasa mensual de 4%", señaló Vauthier.

"La reciente ‘tregua inflacionaria’ está llegando a su fin, a pesar de la economía deprimida, los controles de precios y la congelación de las tarifas", advierten en Seido, la consultora que lideran Luciano Cohan y Gabriel Zelpo, que proyecta que julio cerró con una inflación del 2%, aunque con dos etapas muy diferenciadas: una primera quincena de gran tranquilidad en materia de aumentos, y una segunda que mostró una marcada aceleración. "Alrededor del 45% de nuestros precios monitoreados están aumentando a un 3% o más", explicaron en la consultora

El economista Camilo Tiscornia proyecta para julio una inflación aún más baja, pero también advierte que el panorama no es sostenible en el largo plazo. "Nuestra medición de la inflación de julio está en torno al 1,5%, en línea con abril y mayo. Es un julio muy raro, porque esta vez no tenemos el típico pico de aumentos en las vacaciones de invierno y el rubro turismo. Igualmente, notamos cierta aceleración en las últimas semanas, especialmente en alimentos y bebidas y algunos rubros que están más dolarizados como electrodomésticos, autos y medicamentos. A futuro vemos una aceleración de la inflación. Con un dólar subiendo al 2,5% mensual y una emisión monetaria récord no sabemos cuándo va a pasar, pero sí estamos seguros que va a llegar", señaló Tiscornia.

(Con información de La Nación)