El martes pasado miles de argentinos se reunieron en la Plaza de los Dos Congresos para reclamar justicia por el joven asesinado por los rugbiers. Este fue el motivo, pero lo que realmente está pasando en nuestra sociedad es el hartazgo de la carencia total de valores y sobre todo la poca importancia que le damos a la vida del ser humano en la Argentina del siglo veintiuno. A todo esto se suma la poca credulidad que tiene nuestro sistema de justicia. El mejor ejemplo de esto, es ver las imágenes el hincha de Nueva Chicago, acompañado de su padre, apuñalar por la espalda y en la zona pectoral a otro hincha, sin el más mínimo pudor y a total "sangre fría”. Ese acto de por sí, totalmente repudiable desde nuestra condición de seres humanos, nos esta señalando el nivel, no solo de impunidad, sino también de la carencia total de valor y respeto, por nuestro prójimo, desde la célula mínima de toda sociedad, como es la familia.
La gran pregunta es: -¿Qué nos pasó como nación, esa que se erguía orgullosa dando el ejemplo a otros países del mundo?, ¿en qué momento se diluyeron, en gran parte de nuestra sociedad, el aprecio por las normas de urbanismo, pero por sobre todo, el respeto por la vida del otro, la pérdida de la cultura del trabajo, el respeto reverencial por nuestros ancianos, el respeto a la mujer, la carencia de dignidad, la falta de protección de nuestros niños, como futuro de nuestra Argentina? No existe estamento social que no se haya contaminado con esta carencia de valores.
Los mensajes que recibimos parecen haber distorsionado la realidad, donde "lo normal se transformó en patológico y lo patológico en normal”. Son el claro ejemplo de lo que no queremos más como sociedad, algunos de esos mensajes son: "vos sos bobo por que trabajás, yo cobro sin trabajar”; "vos sos bobo porque cumpliste tus aportes y te jubilaste, yo no cumplí con todos o nunca aporté y me jubilé”. La Argentina es, parafraseando a Enrique Santos Discépolo: "Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso o estafador, ¡Todo es igual!, ¡Nada es mejor!, lo mismo un burro que un gran profesor, no hay aplazaos ni escalafón, los ignorantes nos han igualao, si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, Da lo mismo que sea cura Colchonero, Rey de Bastos, Caradura o polizón”. O, como diría el gran Domingo Faustino Sarmiento: "Todos los problemas, son problemas de educación”.
Por: Jorge Reinoso Rivera
Periodista
