Las cartas poseen un encanto y encierran sentimientos que los modernos medios de comunicación de este convulsionado mundo actual no han logrado superar. Las formas caligráficas escritas quizá por una mano con el pulso tembloroso o sereno producto de un determinado estado anímico se constituyen en una señal inequívoca de auténticas emociones humanas.

Hay cartas legadas por la historia que fueron escritas en un momento crucial en la vida de una persona como la de los condenados a muerte, que han sobrevivido amarillentas y frágiles entre los mares del tiempo quedando en ellas las señas propias de quienes las escribieron.

Nos viene a la memoria, a propósito de los penados a morir, aquellas cartas que escribió el infortunado coronel Manuel Dorrego (1787-1828) cuando se produjo aquel triste episodio en el que fue apresado por Juan Lavalle en la tumultuosa época de guerras intestinas que sufrió nuestra patria. Teniendo la convicción de que su final se aproximaba escribió varias esquelas, una de ellas a su mujer, sus párrafos más significativos dicen: "Mi querida Angelita: en este momento me intiman que dentro de una hora debo morir, ignoro por qué, más la Providencia divina en la cual confío en ese momento crítico así lo ha querido… Mi vida: educa a esas amables criaturas, sé feliz, ya que no lo has podido ser en compañía del desgraciado M. Dorrego".

Asimismo hay cartas de amor que nunca alcanzaron a su portador como aquellas que escribió María Guadalupe Cuenca a su esposo Mariano Moreno (1778-1811). El fogoso y joven revolucionario alejado del convulsionado escenario político fue enviado en una misión diplomática a Inglaterra, pero murió en el trayecto. Las cartas que su esposa le envió jamás llegaron a sus manos. Tiempo más tarde cuando fueron abiertas se constituyeron en una prueba de sus sentimientos, además de incluir detalles anecdóticos: "Mi querido y estimado dueño de mi corazón: Me alegraré que lo pases bien y que al recibo de esta estés ya en tu gran casa con comodidad y que Dios te dé acierto en tus empresas… no tengo gusto para nada de considerar que estés enfermo o triste sin tener tu mujer y tu hijo que te consuelen y participen de tus disgustos ¿o quizá ya habrás encontrado alguna inglesa que ocupe mi lugar? No hagas eso Moreno".

La magia que guardan las cartas denota y revelan toda ese andamiaje emocionante conformado por la vida misma. La moderna tecnología: correo electrónico, mensajes de textos, whatsapp y otras tantas formas de transmisión son fríos modos de expresión que ocultan la encantadora tibieza de nuestros simples y humanos escritos.

 

Por el Prof. Jorge Delgado
Magíster en Historia