Dolor. Martha Tapia no contuvo las lágrimas al hablar de su hijo, Franco Lucero. Mientras lloraba, abrazaba y besaba una foto de él.

 

Una gravísima acusación lanzó ayer la madre del joven que se electrocutó cuando supuestamente intentaba robar un transformador a un costado de la Ruta 20, en 25 de Mayo: dijo que su hijo Franco Ariel Lucero Tapia (26) sufría un retraso mental, que un primo hermano suyo lo llevó hasta ese lugar y que seguramente se aprovechó de su estado para hacerlo subir al poste a hacer el trabajo sucio. Y lo que es aún peor: una vez que recibió la descarga eléctrica mortal, lo dejó tirado, se fue a su casa y no avisó ni a la Policía ni a la familia. "Me lo llevó, lo hizo subir ahí para que se me matara y lo dejó botado como un perro", expresó Martha Tapia antes de estallar en llanto.

 

La última vez que la mujer vio a su "Negrito", como lo llamaba, fue sobre las 18 del último jueves. A esa hora el joven se fue de su casa de la manzana F del barrio Campo de Batalla, en Carpintería, Pocito, rumbo a la vivienda de Enrique Del Carmen Tapia, su primo, que vive a pocos metros. Vecinos dijeron que los vieron salir cerca de las 20.30 en el Rastrojero de Del Carmen. Nunca nadie sospechó nada, pues era común que se juntaran.

 

Franco Lucero.

Sin embargo, a las 7.30 del viernes un finquero halló el cadáver de Lucero, a la altura del kilómetro 531 de la Ruta 20, aproximadamente un kilómetro al Norte del pueblito de la Estación José Martí, en 25 de Mayo. El cuerpo estaba justo debajo del transformador, que al parecer había estado intentando desmantelar cuando recibió la descarga fulminante. En el lugar la Policía además encontró un palo y herramientas. Y el transformador estaba corrido y con signos de violencia.

 

Como Lucero no llevaba documentación encima, los pesquisas demoraron en identificarlo. Recién un día después mandaron a llamar a la madre para que reconociera el cuerpo. Para ese entonces la señora ya sabía de la noticia por los medios de comunicación y estaba preocupada porque Franco no aparecía, pero jamás imaginó que podía llegar a ser él. Y menos teniendo en cuenta cómo había muerto. "No andaba en cosas raras. Además de cobrar la pensión, trabajaba haciendo changas, como cortar ajos. Tenía la mente de un niño, es imposible que él haya decidido subirse ahí", aseguró la mujer.

 

La madre ya declaró en la seccional 32da. Así, todo indica que las primeras sospechas de la Policía eran acertadas: a ese lugar descampado Lucero seguramente no había llegado solo. Ni caminando.

Ahora, los investigadores recaban más evidencias para terminar de cerrar el círculo y para que un juez decida si debe o no haber detenidos.