
Una vez más, como es habitual en la historia de nuestro país, estamos enfrentando un problema económico complejo denominado "déficits gemelos": "déficit fiscal" (el Estado gasta más de lo que recauda) sumado a "déficit de la balanza de bienes y servicios reales" (importamos, en dólares, más bienes y servicios de los que exportamos). Lo de "gemelos" es porque usualmente ambos déficits están fuertemente ligados: si el déficit fiscal es muy elevado eso provoca, casi automáticamente, déficit de la balanza (la producción nacional no alcanza a cubrir el gasto público y la diferencia debe importarse). ¿Cuáles son las consecuencias de este problema si se mantiene algún tiempo?
Veamos primero el caso del déficit fiscal. El Estado puede cubrirlo de dos maneras: pidiendo prestado o emitiendo moneda. Si recurre a la primera solución, como es difícil para Argentina contraer deuda en el extranjero, el Estado toma deuda interna; eso direcciona los ahorros nacionales a cubrir el déficit estatal en lugar de a financiar inversiones necesarias para el desarrollo nacional. Si recurre a la segunda solución, la emisión de moneda sin respaldo es una receta infalible para provocar inflación.
Veamos ahora el caso del déficit de la balanza. Como ese déficit se atiende en dólares, el Estado sólo puede cubrirlo recurriendo a sus reservas de moneda extranjera (escasas) o a pedir prestados dólares (aumento de la deuda pública que puede llegar a valores impagables, sobre todo por las altas tasas de interés que debe pagar Argentina debido a nuestro elevado "Riesgo País”).
En consecuencia, el problema de los "déficits gemelos" es insostenible en el mediano y largo plazo y debe ser solucionado a la brevedad. Esta es una verdad de Perogrullo que nadie discute; los conflictos aparecen cuando se intentan buscar soluciones. El propósito de este artículo es hacer un aporte desde el punto de vista de la ciencia, la tecnología y la innovación productiva (CTI).
¿Cómo abatir el déficit fiscal? Resulta obvio que con una combinación de aumento de recaudación y disminución del gasto. En relación al aumento de la recaudación se debe ser muy cuidadoso, porque una de las causas de la estanflación que afecta a nuestro país (como expliqué en un artículo anterior) es el aumento de los costos productivos (o "inflación de costos”). También hay que tener en cuenta que gran parte de nuestra población ya absorbe un costo impositivo francamente agobiante, a lo que hay que agregarle la inequitativa distribución del ingreso que sufre Argentina. En relación a la disminución del gasto, resulta destacable el hecho de que se haya aprobado ya en Diputados el Presupuesto 2019 acordado entre miembros del Gobierno y algunos legisladores de la oposición. Sin embargo, por lo que aportaré a continuación, creo que algunos recortes en CTI (aunque hay que reconocer que son menores a los de otros rubros) no van a ayudar en la búsqueda de abatir el déficit de la balanza.
En cualquier economía de mercado, por lo que indiqué al inicio, no tener déficit fiscal ayuda a no tener déficit en la balanza, pero generalmente no alcanza, sobre todo en países como Argentina donde nuestras mayores exportaciones poseen poco valor agregado, al revés de lo que ocurre con nuestras importaciones. ¿Qué hacer en el caso de nuestro país? La solución está a la vista y sólo hay que conocer algo de la historia de los países que se desarrollaron en el pasado y que lo hacen ahora (desde Gran Bretaña, Alemania y EEUU, en los siglos XVIII y XIX, hasta Japón, Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Finlandia e Israel en los siglos XX y en el actual): todos, casi sin excepción, para mejorar su balanza de bienes y servicios reales cambiaron su estructura productiva, para agregar mayor valor a sus exportaciones tradicionales de materias primas, incorporar nuevas exportaciones no tradicionales y disminuir sus importaciones de mayor valor agregado tecnológico, reemplazándolas por producción local. Para ello, esos países aplicaron un sinnúmero de medidas, no todas iguales, pero con algunos puntos en común. Uno de ellos fue un enorme esfuerzo para desarrollar capacidades locales en CTI y aplicarlas a la producción de bienes y servicios innovadores. En este sentido, los ajustes (en relación a la inflación) en las partidas presupuestarias destinadas a CTI para el año próximo tal cual fueron aprobados en la Cámara de Diputados, aún reconociendo que no han sido tan severos como en otros rubros, no ayudan para nada en la búsqueda de equilibro en la balanza de bienes y servicios reales, más aún teniendo en cuenta que la actual inversión nacional en el rubro, en relación al PBI, es notoriamente baja (la mitad de Brasil, la quinta parte de EEUU y la séptima parte que Japón e Israel).
Por el Ing. Tulio Abel Del Bono Secretario de Estado de Ciencia, Tecnología e Innovación. Gobierno de San Juan.
