Tomé prestado el título de un cartel levantado por un simpático trío familiar de manifestantes en la calle. Un matrimonio muy joven con dos bebés que, casi en soledad, circulaba en recuerdo del ’76 mientras la ciudad terminaba de bostezar en el inicio del fin de semana largo. Sus rostros sonrientes en el posteo de facebook, llenan de ternura a los amigos virtuales y descargan inocencia por todas partes. No pregunté a qué hechos se referían con eso de la memoria pero di por cierto que era a la finalización de la intervención militar dando paso a dictaduras de todo tipo y, más de acuerdo con el contexto de ciertas protestas actuales, a un apoyo a lo que ha dado en llamarse la cultura económica Nac& Pop. Bien pensado como creo ser, espero que lo de la lucha sea en la defensa democrática de las ideas y no del concepto de lucha armada de la otra Mirtha, Hebe de Bonafini, que termina de afirmar para sorpresa de algunos, no de todos, "basta de democracia".
A ambas Mirtha y Hebe, les ataca la soberbia de creer que están por encima de todo y que la edad les confiere el derecho de decir lo que sea. En estos días en que tanto joven con sana inquietud se ocupa de revisar más que el pasado el relato del pasado, me ha parecido oportuno publicar la descripción que hacía de la realidad de aquellos años, no la oposición ni los oscuros Mesías que pretendían remediar los males con ausencia del pueblo, sino del propio ministro de Economía del Gobierno nacional ejercido por la vicepresidente en ejercicio por muerte de Perón, María Estela Martínez, "Isabel". En febrero de 1976, un mes antes del golpe militar del 24 de marzo, Emilio Mondelli fue invitado a un almuerzo que ofreció la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados del que también participaron profesionales reunidos en una comisión asesora para el estudio de temas económicos que serían tratados por el Congreso. Sus palabras fueron de sorpresiva franqueza y sinceridad como corresponde cada vez que hay que presentar problemas para que sean resueltos debajo de la tribuna y fuera de los discursos para la masa.
"El primer problema, el más angustioso, el más grave y no se sabe por qué no se ha enfatizado acerca de él para que lo conozca la República, es el problema del sector externo. Y sin buscar culpas ni hacer imputaciones, debemos reconocer que no viene todo de una actitud del exterior". Explicó las tres fuentes principales de la balanza de pagos que son: las exportaciones, el crédito y la inversión extranjera para continuar: "Tenemos una ley de inversiones extranjeras que nos ha resguardado sin duda de todo imperialismo y de toda invasión extraña pero ahora, eso sí, inversión, no hay ninguna". "Estos hechos, que no parecen de un país maduro, que no parecen de un país seriamente patriota, han destruido el crédito, no nos creen más. Hemos señalado un conjunto de objetivos, argentinizar empresas, que no se sabe ni cuándo ni cómo ni de qué modo las vamos a pagar, argentinizar bancos, que tampoco se sabe cómo ni de qué modo se van a pagar y todo esto, que puede haber sido guiado por sentimientos muy nobles y muy leales, nos ha dejado, en la realidad, sin crédito en el mundo". "No es cierto que tengamos facilidades para tener créditos externos, no es cierto que encontremos buena aceptación en los banqueros del mundo, no es verdad. No lo hallamos, y no lo hallamos no porque les caigamos antipáticos ni porque nos malquieran, sino porque nosotros no sabemos ni siquiera decir de una vez por todas, cómo vamos a resolver los problemas que tenemos entre manos desde hace mucho tiempo…" "En el mundo de los negocios no se pueden pedir favores y, por otro lado, ni siquiera prenunciar cómo se van a considerar los intereses ajenos". "Hay que poner los pies sobre la tierra, ser prácticos, ser todo lo argentinos que hace falta, pero con sentido común. Si ayer yo he anunciado, por ejemplo, que nos vamos a presentar en el Fondo Monetario Internacional, primero, porque es indispensable, es una opción de sí o sí, y en segundo lugar, porque tenemos, de una vez por todas, que romper el mito de que la sola presentación en el FMI en procura de asistencia enajena algo o suprime cualquier capacidad de decisión del Estado. Seamos patriotas, pero seamos realistas. Suprimamos los mitos, dediquémonos a las cosas verdaderas, con eso vamos a restablecer un poco el crédito de la República Argentina en el exterior. Si se logra una más fluida asistencia de crédito, podemos pasar este puente angustioso del sector externo. No se puede dar más fluidez a las importaciones porque no tenemos con qué pagarlas. No se trata de ninguna política, de ningún espíritu restrictivo, no se trata de que no sepamos que hacen falta los insumos, pero tenemos que dar una extraordinaria imagen de seriedad para rehacer el respeto a la República Argentina, que hemos comprometido tan lamentablemente.
Finalmente, estoy tremendamente preocupado por el destino de la República y por las horas que podríamos tener que vivir si no reaccionamos enseguida". Este discurso, que figura en la transcripción del Boletín Semanal del Ministerio de Economía del 13 de febrero de 1976, hacía referencia a la existencia de solo 582 millones de dólares de reservas internacionales de los cuales solo 23 podían tomarse como divisas de libre disponibilidad para necesidades inmediatas. El Banco Central preveía para el año un fuerte deterioro de esas ya extremadamente escasas reservas y, como el propio Mondelli lo explicitó en su descripción, sin crédito, a corto plazo se desembocaría en default, en cesación de pagos (que ya ocurría en los hechos), no se podría efectuar importaciones para mantener la industria y se produciría la paralización de las actividades económicas dado que las materias primas y bienes intermedios representaban el 75% de las importaciones. Desocupación masiva y destrucción del aparato productivo profundizarían una crisis que ya tenía elementos extremos como el 54% de inflación en el mes y falta de energía eléctrica. Estábamos en un escenario no tan dramático por falta de tiempo. Pero hacia allá íbamos por las mismas políticas: aislamiento internacional, amigos que estaban peor que nosotros (Venezuela, Irán), falta de crédito, inflación estructural, escasez de energía, restricción de importaciones y giros de divisas al exterior, fuerte déficit fiscal, equilibrio comercial sostenido solo por inhibición de importaciones, obligación de exportar para poder importar, disminución violenta de divisas de reserva y nulas inversiones. Memoria es lucha, una buena, buena síntesis.
El escenario actual que vive el país tiene algunos antecedentes en el tiempo.