Muchos politólogos y expertos en Ciencias Políticas coinciden en que los candidatos políticos nacen, ya que si bien es difícil encontrar personajes públicos que hayan alcanzado una posición por sí solos, sin apoyos de marketing y comunicación, hay en la mayoría de los candidatos una predisposición congénita que se trae desde el nacimiento y que los lleva a inclinarse hacia el mundo de la política. Esa predisposición se traduce, a medida que pasan los años, en una serie de cualidades que todo candidato, que se precie de serlo, debe potenciar para tratar de cautivar al electorado. 

John F. Kennedy, entre otras tantas citas memorables dijo que "la democracia es una forma superior de gobierno, porque se basa en el respeto del hombre como ser racional". Y es hacia ese punto al que debe apuntar todo candidato con su comportamiento y forma de llevar adelante una campaña electoral. El respeto al prójimo, más allá de las diferencias partidarias o ideológicas, debe ser la consigna principal en la búsqueda de la mesura que debe distinguir a quien se está postulando para un cargo público al que se llega mediante el voto popular.

Más allá de principios básicos como honestidad, servicio a la comunidad, responsabilidad, saber escuchar, sensatez, amabilidad y proximidad a la comunidad, es fundamental que un candidato muestre otras cualidades que lo distingan del resto de los políticos. Por ejemplo, un candidato a la Presidencia de la Nación no puede carecer de paciencia y tolerancia y debe evitar la crispación al recibir inquietudes o planteos de problemas diversos. Tampoco puede padecer falta de empatía y comprensión respecto de las dificultades de la sociedad, y debe sentir respeto por los demás, especialmente por las opiniones que se vierten a través de los medios de comunicación social. Demostrar experiencia, como también cultura y conocimientos diversos, completan la serie de requisitos que en ocasiones pareciera que no se cumplen en desmedro de la calidad que debe exhibir el candidato.

En la historia de nuestro país y hasta el presente son numerosos los casos de candidatos presidenciales que tuvieron lamentables exabruptos, que opacaron su imagen como políticos de primer nivel. Desde el restablecimiento de la democracia, para no ir mucho más atrás, hubo momentos en que algunas figuras dieron muestras de no estar a la altura de las circunstancias, por acciones o expresiones verbales confrontativas u ofensivas que por falta de mesura las hicieron propias ganándose la reprobación de la comunidad.

Se trata de factores que los candidatos deben cuidar celosamente para no perder ese lugar de privilegio que por estos días ocupan dentro de la sociedad.